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Adolfo Hitler - Mi Lucha

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Si la idea nacionalsocialista, saliendo de su propósito poco definido de hoy, quiere<br />

alcanzar un día un éxito brillante, tiene que remarcar determinadas tesis tomadas de su<br />

amplio conjunto ideológico. Por eso el programa de nuestro movimiento está condensado en<br />

veinticinco puntos fundamentales, que, en primer término, tienen el objeto de proporcionar al<br />

hombre del pueblo un cuadro general de las aspiraciones que encarna nuestra lucha. Esos<br />

veinticinco puntos constituyen, por decirlo así, un catecismo político que, por una parte, tiene a<br />

ganar adeptos a favor de la causa, y por la otra, se presta a reunir a éstos y cohesionarlos,<br />

identificarlos bajo la noción de un deber común.<br />

En el caso de una teoría política que evidentemente es justa en sus líneas generales, resulta<br />

menos peligroso conservar una fórmula, aunque ya no responda enteramente a la realidad, que<br />

modificarla y dejar de este modo librado a la discusión pública y a sus temerarias consecuencias, el<br />

dogma del movimiento, considerado hasta entonces como granítico. Esto es imposible mientras el<br />

movimiento luche para imponerse. Lo esencial no debe buscarse jamás en la fórmula exterior, sino<br />

siempre en el sentido interior, es decir, en el fondo, que es inmutable. En propio interés del<br />

movimiento no se puede sino desear que éste mantenga la energía necesaria para salvaguardar aquel<br />

sentido interior, apartando todos los factores que podrían ocasionar inseguridad en la convicción de<br />

los adeptos e incluso deserciones.<br />

También en esto la iglesia católica debe servirnos de ejemplo, ya que a pesar de que su<br />

cuerpo doctrinal está en colisión en muchos puntos –y en parte inmotivadamente, con el estudio de<br />

las ciencias exactas y la investigación, jamás se resigna a sacrificar ni un ápice del contenido de su<br />

doctrina. Con razón supo conocer que su fuerza de resistencia no consiste en adaptarse con más o<br />

menos habilidad a los resultados siempre variables de la investigación científica en el transcurso del<br />

tiempo, sino en el hecho de un aferramiento inquebrantable a sus dogmas ya expuestos, que son los<br />

que le dan al conjunto el carácter de una fe. He ahí por qué la Iglesia católica se mantiene hoy más<br />

firme que nunca.<br />

El Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista recibió, con su programa de las veinticinco<br />

tesis, un fundamento que debe serle inconmovible. Ni ahora ni en el futuro, no es ni será tarea de los<br />

miembros de nuestro movimiento ocuparse de criticar o de alterar los puntos de ese programa; les<br />

incumbe más bien la obligación de mantener su lealtad hacia ellos. La mayoría de nuestros<br />

correligionarios sabe que la esencia del movimiento reside menos en la letra muerta de nuestros<br />

principios, que en la interpretación, que nosotros, los nacionalsocialistas, le damos.<br />

Nuestro movimiento debió, en sus comienzos el nombre que hoy lleva, al reconocimiento de<br />

estas verdades, también de ellas surgió más tarde el programa del partido y es además en este<br />

reconocimiento unánime, donde igualmente radica el secreto de su difusión.<br />

Ya es una consecuencia de la acción del movimiento nacionalsocialista el hecho de que, en<br />

la actualidad, todo género de asociaciones, sociedades y simples grupos, y si se quiere hasta<br />

“grandes” partidos reclamen para si el derecho de adjudicarse la palabra “völkisch” (racista). Sin<br />

nuestra influencia, jamás se le habría ocurrido a ninguna de tales organizaciones ni siquiera<br />

pronunciar esa palabra; probablemente no habrían tenido ni la más remota idea de su significación y<br />

en particular sus hombres dirigentes habrían carecido de toda relación con el sentido profundo que<br />

este concepto entraña. Solo gracias a la labor del Partido Obrero Alemán Nacionalsocialista se le<br />

dio una significación substancial al vocablo “völkisch”, que se difundió después en labios de gentes<br />

de toda catadura. Sobre todo nuestra brillante acción de propaganda ha demostrado la fuerza que<br />

encierra el pensamiento racista, hasta tal punto que los demás partidos, imbuidos por su ansía de<br />

ganar adeptos, afirman que también ellos persiguen fines semejantes.<br />

No menos peligrosos son los que trafican como pseudoracistas forjando planes fantásticos y<br />

que no tienen otro fundamento que alguna monomanía. En el mejor de los casos, estas gentes no

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