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Adolfo Hitler - Mi Lucha

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El desastre de Alemania en 1918 y la destrucción del Estado monárquico, precipitó el curso<br />

de este desarrollo. Si con la eliminación del régimen monárquico y de sus representantes, se había<br />

asestado un rudo golpe al carácter federal del Reich, aun más fuerte debió ser el efecto, al aceptar<br />

Alemania las obligaciones resultantes del tratado de “paz” de Versalles.<br />

Era natural y lógico que los Estados confederados perdiesen toda soberanía sobre el control<br />

de sus finanzas, desde el momento en que al Reich se le impuso, como consecuencia de la guerra<br />

perdida, una obligación financiera que jamás habría llegado a cumplirse mediante contribuciones<br />

parciales de los Estados. Las medidas posteriores conducentes a la centralización de los servicios de<br />

correos y ferrocarriles, fueron consecuencias inevitables de la esclavización de nuestro pueblo,<br />

paulatinamente iniciada por los tratados de paz.<br />

El Reich de Bismarck era libre y estaba exento de obligaciones exteriores. No pesaban sobre<br />

él cargas financieras tan graves y al propio tiempo tan improductivas, como lo es la del Plan Dawes<br />

para la Alemania actual. Su incumbencia, en el interior, se limitaba a aspectos contados y<br />

absolutamente necesarios. Es natural que así se pudiera renunciar a mantener una administración<br />

financiera propia y vivir de las contribuciones de los Estados confederados; y es natural que<br />

corroborase admirablemente el sentimiento de adhesión de los Estados hacia el Reich, el hecho de<br />

que éstos continuaran en el ejercicio del derecho soberano de administrar sus propias rentas, aparte<br />

de la circunstancia de que, relativamente, era poco elevada la cifra de sus contribuciones al Reich.<br />

El Estado alemán de la posguerra, se ve, pues ahora obligado, para poder subsistir, a<br />

cercenar cada vez más los privilegios de los respectivos países del Reich, no solamente por razones<br />

de índole material, sino también de orden ideal. Al exigir de sus súbditos hasta el último tributo,<br />

como consecuencia de su política financiera de exacción, este Estado tiene necesariamente que<br />

privarles también hasta de los últimos derechos, si es que no quiere que el descontento general<br />

conduzca un día al estallido de una rebelión.<br />

En contestación al estado de cosas anteriormente reflejado, nosotros, los nacionalsocialistas,<br />

tenemos una regla fundamental que observar: Un Reich nacional y vigoroso que en su política<br />

exterior cuide y proteja en el más amplio sentido, los intereses de sus súbditos, puede ofrecer<br />

libertad interna sin riesgo para la estabilidad del Estado. Pero bajo otras circunstancias, un<br />

gobierno nacional fuerte puede también llegar a coartar considerablemente las libertades<br />

individuales lo mismo que las de los países confederados, sin detrimento de la idea del Reich y<br />

siempre que el ciudadano reconozca en estas medidas un medio hacia la grandeza nacional.<br />

Es indiscutible que todos los Estados del mundo tienden en su organización interna a una<br />

cierta centralización administrativa, y Alemania no será en esto una excepción a la regla. La<br />

importancia particular de cada uno de ls países que forman una confederación, disminuye<br />

crecientemente tanto en el ramo de comunicaciones, como en el de orden administrativo. El tráfico<br />

y la técnica modernos, reducen de día en día, distancias y extensiones. Quien se inhiba de las<br />

consecuencias resultantes de hechos consumados, será, pues, un rezagado.<br />

*<br />

* *<br />

Si bien parece natural un cierto grado de centralización, sobre todo en los servicios de<br />

comunicaciones, no menos natural consideramos los nacionalsocialistas el deber de asumir<br />

una firme actitud contra una evolución semejante en el Estado actual, cuando las medidas<br />

pertinentes no buscan otro objetivo que el de cohonestar y facilitar una política exterior<br />

desastrosa. Justamente porque el Reich actual ha procedido a la llamada estatización de los<br />

ferrocarriles, correos, finanzas, etc., no obedeciendo a razones de elevado interés nacional, sino<br />

únicamente a la finalidad de tener en sus manos los recursos y la garantía necesarias para satisfacer

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