Adolfo Hitler - Mi Lucha
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Bien se puede decir que corresponde a la misma línea de conducta el temor a la<br />
responsabilidad que flota en el ambiente. También en este caso el error está en la falsa educación de<br />
nuestra juventud, error que después llega a saturar el conjunto de la vida pública y que encuentra,<br />
por último, su culminación inmortal en la institución del gobierno parlamentario.<br />
Del mismo modo que el Estado racista tendrá un día que dedicar una máxima atención<br />
a la educación de la voluntad y del espíritu de decisión, deberá igualmente imbuir, desde un<br />
comienzo, en los corazones de la juventud la satisfacción de la responsabilidad y el valor de<br />
reconocer la propia culpa.<br />
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Con escasas modificaciones, podrá el Estado racista incorporar a su sistema educacional el<br />
plan de la instrucción científica vigente que constituye en realidad el principio y el fin de toda labor<br />
educativa del Estado actual.<br />
Ante todo, el cerebro juvenil no debe, por lo general, ser sobrecargado de<br />
conocimientos que, en una proporción de un 95 por 100, no son aprovechados por él y son,<br />
por consiguiente, olvidados.<br />
Tómese, por ejemplo, el tipo normal del empleado público de 35 a 40 años de edad, que<br />
haya cursado en un Gymnasium o en otro establecimiento de humanidades (Oberrealschule); si se<br />
examinan los conocimientos que penosamente adquirió en la escuela, se verá cuán poco quedó de<br />
todo aquello!<br />
En particular, se impone una reforma en el método de enseñar la historia. Probablemente en<br />
país alguno se aprende más historia que en Alemania, y tampoco, en el mundo, habrá un pueblo<br />
que, a semejanza del nuestro, sepa servirse tan pésimamente de las lecciones que ella ofrece. En un<br />
99 por 100 de los casos, es ínfimo el resultado de la forma actual de la enseñanza en este ramo de la<br />
ciencia. A menudo la memoria retiene sólo algunas fechas y nombres, en tanto que es notoria la<br />
falta absoluta de una orientación grande y clara. Todo lo esencial, es decir, aquello que en realidad<br />
debe aprenderse, sencillamente, no se enseña; queda librado a la intuición más o menos genial del<br />
alumno, deducir de un cúmulo de fechas y de la sucesión de los hechos, las causas determinantes de<br />
los procesos históricos.<br />
Es justamente en la enseñanza de la historia en la que se debe proceder a una simplificación<br />
de los programas. La utilidad de este estudio consiste en precisar las grandes líneas de la evolución<br />
humana, ya que no se aprende historia con la sola finalidad de enterarse de lo que fue, sino para<br />
encontrar en ella una fuente de enseñanza necesaria al porvenir y a la conservación de la propia<br />
nacionalidad. No se diga que el estudio a fondo de la historia supone el conocimiento minucioso de<br />
fechas, como base para la deducción de las grandes líneas. Esta deducción incumbe a los<br />
investigadores científicos.<br />
Por lo demás, es tarea de un Estado racista, velar porque, al fin, se llegue a escribir una<br />
historia universal donde el problema racial ocupe lugar predominante.<br />
En la enseñanza de la historia cabe sobre todo no prescindir del estudio de la época clásica.<br />
La historia romana, debidamente apreciada en sus grandes aspectos, es y será siempre el mejor<br />
maestro de todos los tiempos.<br />
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