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Adolfo Hitler - Mi Lucha

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SEGUNDA PARTE<br />

CAPÍTULO TRECE<br />

La política aliancista de Alemania después de la guerra<br />

El desconcierto reinante en el manejo de los asuntos exteriores del Reich, debido a la falta<br />

de directivas fundamentales para una política aliancista conveniente, no sólo continuó después de la<br />

guerra, sino que llegó a alcanzar caracteres peores. Si antes de 1914 podía considerarse en primer<br />

término como origen de nuestros errores de política externa, la confusión de conceptos políticos, en<br />

la posguerra la causa residía en la ausencia de un sincero propósito. Era natural que aquellos<br />

círculos que habían logrado con la revolución su objetivo destructor no tuviesen interés en realizar<br />

una política aliancista que tendiera a restablecer la autonomía del Estado alemán.<br />

<strong>Mi</strong>entras el partido obrero alemán nacionalsocialista no pasó de ser una agrupación pequeña<br />

y poco conocida, los problemas de la política exterior podían parecerles de importancia secundaria a<br />

muchos de nuestros correligionarios. Debíase esto sobre todo al hecho de que justamente nuestro<br />

movimiento sostuvo y sostiene siempre, en principio, la convicción de que la libertad exterior no<br />

viene del cielo ni menos es el resultado de fenómenos naturales, sino más bien, eternamente, el<br />

fruto del desarrollo de fuerzas interiores propias. Únicamente la eliminación de las causas del<br />

desastre de 1918 y la anulación de los que con ella se beneficiaron, podrá establecer la base de<br />

nuestra lucha libertaria.<br />

Pero tan pronto como el marco de ese pequeño e insignificante círculo cobró amplitud y la<br />

joven institución adquirió la importancia de una asociación, debió surgir lógicamente la necesidad<br />

de definir posiciones frente a los problemas de la política exterior del Reich. Había que fijar<br />

directivas que no solamente no resultasen contrarias a las concepciones fundamentales de nuestra<br />

ideología, sino que fuesen la expresión de ésta.<br />

El principio básico y esencial que siempre debemos tener presente al tratar esta cuestión es<br />

el de que también la política exterior no es más que un medio hacia un fin, pero un fin al servicio de<br />

nuestra propia nacionalidad. Ninguna consideración de política externa podrá hacerse desde otro<br />

punto de vista que no sea la reflexión siguiente: ¿La acción propuesta beneficiaría a nuestro<br />

pueblo, ahora o en el porvenir, o bien le será perjudicial?<br />

He aquí la única opinión preconcebida que debe ponerse en juego cuando d esta cuestión se<br />

trata. Puntos de vista de política partidista, de orden religioso, humano y, en general, de cualquier<br />

otra índole, quedan totalmente fuera de lugar.<br />

*<br />

* *<br />

Si antes de la guerra fue objetivo de la política exterior de Alemania asegurar el sustento de<br />

nuestro pueblo y de sus hijos, preparando los caminos que conducían a este fin, así como ganando<br />

el concurso de aliados convenientes, hoy el problema es el mismo con una sola diferencia: En la<br />

anteguerra el lema era la conservación del acervo nacional alemán a base del poderío que<br />

encarnaba el estado existente. Ahora se trata de restituirle previamente a la nación, en forma<br />

de un Estado libre, la fuerza que necesita como condición esencial hacia la realización

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