Adolfo Hitler - Mi Lucha
- No tags were found...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
protestantes frente al semitismo, criterio que no responde ni a los intereses nacionales ni a las<br />
necesidades verdaderas de la religión? No hay pues paralelo posible entre el modo de obrar de un<br />
rabino en todos los aspectos que tienen una cierta importancia para el semitismo bajo el aspecto<br />
racial y la actitud observada por la mayoría de nuestros religiosos, sea cual fuere su confesión,<br />
frente a los intereses de su raza. Este fenómeno se repite siempre que se trate de defender una idea<br />
abstracta.<br />
“Autoridad del Estado”, “democracia”, “pacifismo”, “solidaridad internacional”, etc., etc.,<br />
son todas ideas que entre nosotros se convierten por lo general en conceptos tan netamente<br />
doctrinarios y tan inflexibles, que cualquier juicio respecto de las necesidades vitales de la nación<br />
resulta subordinado a ellas.<br />
El protestantismo obrará siempre en pro del fomento de los intereses germanos toda vez que<br />
se trate de puridad moral o del acrecentamiento del sentir nacional, en defensa del carácter, del<br />
idioma y de la independencia alemanes, puesto que todas estas nociones se hallan hondamente<br />
arraigadas en el protestantismo mismo; pero al instante reaccionará hostilmente contra toda<br />
tentativa que tienda a salvar la nación de las garras de su más mortal enemigo, y esto porque el<br />
punto de vista del protestantismo con respecto al semitismo está más o menos dogmáticamente<br />
precisado.<br />
<strong>Mi</strong>entras el pueblo contó durante la guerra de 1914 con dirigentes resueltos, cumplió su<br />
deber en forma insuperable. El pastor protestante como el sacerdote católico, ambos contribuyeron<br />
decididamente a mantener el espíritu de nuestra resistencia no sólo en el frente de batalla, sino ante<br />
todo, en los hogares. En aquellos años, especialmente al iniciarse la guerra, no dominaba en efecto,<br />
en ambos sectores religiosos otro ideal que el de un único y sagrado imperio alemán, por cuya<br />
existencia y porvenir elevaba cada uno sus votos de fervorosa devoción.<br />
El movimiento pangermanista debió haberse planteado en sus comienzos una cuestión<br />
previa: ¿Era factible o no conservar el acervo germánico en Austria bajo la égida de la religión<br />
católica? Si se contestaba afirmativamente, este partido político jamás debió mezclarse en<br />
cuestiones religiosas o hasta de orden confesional, y sí, por el contrario, era negativa la respuesta,<br />
entonces debió haber surgido una reforma religiosa, pero nunca un partido político.<br />
Los partidos políticos nada tienen que ver con las cuestiones religiosas mientras éstas no<br />
socaven la moral de la raza; del mismo modo, es impropio inmiscuir la religión en manejos de<br />
política partidista.<br />
Cuando dignatarios de la Iglesia se sirven de instituciones y doctrinas para dañar los<br />
intereses de su propia nacionalidad, jamás debe seguirse el mismo camino ni combatírseles con<br />
iguales armas.<br />
Las doctrinas e instituciones religiosas de un pueblo debe respetarlas el Führer político<br />
como inviolables; de lo contrario, debe renunciar a ser político y convertirse en reformador, si<br />
es que para ello tiene capacidad.<br />
Un modo de pensar diferente, en este orden conduciría a una catástrofe, particularmente en<br />
Alemania.<br />
Estudiando el movimiento pangermanista y su lucha contra Roma, llegué en aquellos<br />
tiempos, y aún más todavía en el transcurso de años posteriores, a la persuasión de que la poca<br />
comprensión revelada por el movimiento para el problema social, le hizo perder el concurso de la<br />
masa del pueblo de espíritu verazmente combativo. Ingresar en el parlamento significóle sacrificar<br />
su poderoso impulso y gravarlo con todas las taras propias de aquella institución; su acción contra la