'La adolescencia y su interrelación con el entorno' (2945 Kb.) - Injuve
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Entre las características más determinantes de este tipo de adolescentes, según los re<strong>su</strong>ltados<br />
de este estudio, figuran, entre otras, las siguientes:<br />
– Dificultades para <strong>el</strong> auto<strong>con</strong>trol de <strong>su</strong>s impulsos.<br />
– Bajo auto<strong>con</strong>cepto de sí mismos y pobre autoestima.<br />
– Baja tolerancia a la frustración.<br />
– Existencia de cogniciones que reflejan un claro menosprecio de la figura femenina.<br />
– Existencia de un retraso general en <strong>el</strong> desarrollo madurativo d<strong>el</strong> menor.<br />
– Carencias afectivas por parte d<strong>el</strong> núcleo familiar.<br />
– Altamente influenciable por la presión d<strong>el</strong> grupo de iguales.<br />
Una vez <strong>con</strong>ocidas <strong>su</strong>s características, propone intervenir sobre <strong>el</strong>las como un modo de tratar<br />
de erradicar la violencia sexual.<br />
Castillo (1999), como parte de un estudio más amplio, se centra más en las víctimas de un<br />
abuso sexual, y tras explorar las <strong>con</strong>secuencias que, a corto y largo plazo, produce <strong>el</strong> abuso<br />
sexual infantil (ASI) en niños y adultos de ambos sexos, propone <strong>su</strong> intervención y la <strong>con</strong>trarresta<br />
<strong>con</strong> la que es brindada por la atención psicosocial actualmente. La información obtenida de 3<br />
fuentes (psicólogas expertas, directa o indirectamente, y víctimas adultas) permitió establecer<br />
que miedo, ansiedad, vergüenza, problemas de <strong>su</strong>eño y culpa, son los síntomas más frecuentes<br />
a corto plazo, en tanto que baja autoestima, incapacidad para defender <strong>su</strong>s derechos, des<strong>con</strong>fianza,<br />
desagrado por las fiestas , insatisfacción por problemas sexuales se presentan a largo<br />
plazo.<br />
Los síntomas identificados tanto a corto como a largo plazo por las expertas fueron baja<br />
autoestima, vergüenza, depresión y culpa.<br />
Otros autores, <strong>con</strong>sideran <strong>el</strong> tema de las agresiones sexuales entre adolescentes en r<strong>el</strong>ación<br />
al <strong>con</strong><strong>su</strong>mo de <strong>su</strong>stancias, especialmente <strong>el</strong> alcohol. Así, en <strong>el</strong> estudio realizado por M. J. Muñoz-<br />
Rivas, J. M. Andreu Rodríguez, J. L. Graña Gómez, E. Esbec Rodríguez y M. E. Peña Rodríguez<br />
(“Alcohol y tabaco: prevalencias de <strong>con</strong><strong>su</strong>mo en adolescentes de la Comunidad de Madrid”,<br />
1999), aunque <strong>el</strong> mismo se centre en un objetivo específico como es <strong>el</strong> análisis de la prevalencia<br />
de <strong>con</strong><strong>su</strong>mo de alcohol y tabaco, los autores no dejan de señalar que, asociado a este <strong>con</strong><strong>su</strong>mo,<br />
especialmente al d<strong>el</strong> alcohol, hay otros problemas que deben <strong>con</strong>siderarse como <strong>el</strong> de la agresión<br />
y la violencia. Sostienen al respecto que la asociación entre <strong>el</strong> <strong>con</strong><strong>su</strong>mo de alcohol y la<br />
agresión está <strong>su</strong>ficientemente apoyada por datos empíricos, y que <strong>el</strong> <strong>con</strong><strong>su</strong>mo a edades tempranas<br />
puede <strong>con</strong>siderarse como uno de los predictores más importantes d<strong>el</strong> posterior comportamiento<br />
agresivo violento, especialmente <strong>con</strong> respecto a un tipo de agresión específica<br />
como es la sexual.<br />
M.J. Díaz Aguado (2006) expresó que <strong>el</strong> sexismo limita <strong>el</strong> repertorio de estrategias emocionales,<br />
originando diferencias evolutivas en la vulnerabilidad a los problemas emocionales r<strong>el</strong>acionados<br />
<strong>con</strong> la depresión. La frecuencia de depresiones es mucho mayor (<strong>el</strong> doble) entre las<br />
mujeres que entre los hombres. Diferencias que cabe r<strong>el</strong>acionar <strong>con</strong> las estrategias que cada<br />
grupo ha aprendido a utilizar. A los niños se les permite exteriorizar la ira y la hostilidad en<br />
mayor medida que a las niñas; y que a <strong>el</strong>las se les educa para pensar sobre las emociones,<br />
ponerse en <strong>el</strong> lugar de los demás, sentir empatía y expresar la tristeza (incluso llorando) mucho<br />
más que a <strong>el</strong>los. Los estudios que comparan, por ejemplo, la reacción al abuso sexual en la <strong>adolescencia</strong><br />
<strong>con</strong>cluyen que la respuesta de los chicos es mucho más extrema, que se intentan <strong>su</strong>icidar<br />
<strong>con</strong> más frecuencia que las chicas, diferencia que según algunos estudios es de 13 a 1 (Garnefsky<br />
y Adams, 1998) ¿Cómo explicar que las estrategias masculinas más eficaces en<br />
situaciones menos graves no lo sean aquí? Aunque no tenemos <strong>su</strong>ficiente información para <strong>con</strong>testar<br />
<strong>con</strong> precisión a esta pregunta cabe <strong>su</strong>poner que ante un problema tan grave como <strong>el</strong><br />
abuso sexual, las estrategias de distracción y acción, más disponibles para los adolescentes,<br />
sean menos eficaces que las estrategias de pedir ayuda y “llorar”, tradicionalmente <strong>con</strong>sideradas<br />
como femeninas.<br />
La <strong>adolescencia</strong> y <strong>su</strong> <strong>interr<strong>el</strong>ación</strong> <strong>con</strong> <strong>el</strong> entorno<br />
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