'La adolescencia y su interrelación con el entorno' (2945 Kb.) - Injuve
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vidad y/o la violencia se ponen inmediatamente a <strong>su</strong> servicio. Los <strong>el</strong>ementos que juegan más<br />
<strong>con</strong>cretamente en <strong>su</strong> puesta en funcionamiento y en <strong>su</strong> dinámica, según este punto de vista,<br />
serían: la defensa de la identidad, la grupalidad, lo imaginario y la ideología. Varios autores y<br />
autoras ponen énfasis en la importancia de la ideología por sobre los demás <strong>el</strong>ementos, puesto<br />
que esta cumple la función de designar a las víctimas y legitimar las acciones violentas <strong>con</strong>tra<br />
<strong>el</strong>las.<br />
Todos los estudios coinciden en que los y las adolescentes, al igual que cualquier <strong>su</strong>jeto, pueden<br />
ser espectadores, víctimas, agresores. Las diferencias las en<strong>con</strong>tramos al investigar sobre<br />
qué cantidad de adolescentes se sitúan en cada una de las categorías, de qué sexo, en qué<br />
entornos, <strong>con</strong> quienes. Además en<strong>con</strong>tramos diferencias en cómo lo perciben <strong>el</strong>los y <strong>el</strong>las, como<br />
lo explican <strong>el</strong>los y <strong>el</strong>las. Pero también en cómo lo percibimos y explicamos: padres, profesores,<br />
profesoras, psicólogas, psicólogos, trabajadores sociales, sociólogos, sociólogas… Además de<br />
cómo reaccionamos tanto individual como grupalmente.<br />
Recordemos la importancia de los medios de comunicación en la magnificación de la violencia<br />
adolescente, como decíamos anteriormente, tristemente, la violencia vende…<br />
De acuerdo a los estudios de M. José Díaz Aguado y colaboradoras (2005), cuyos re<strong>su</strong>ltados<br />
van en la dirección de los obtenidos en la mayoría de los estudios llevados a cabo por nosotras<br />
sobre este tema, se aprecia que:<br />
• El pap<strong>el</strong> más frecuente que los y las adolescentes desempeñan en situaciones de violencia<br />
es <strong>el</strong> de espectadores, y en mucha menor medida <strong>el</strong> de víctimas y <strong>el</strong> de agresores.<br />
• En los tres casos, los porcentajes <strong>su</strong><strong>el</strong>en ser más <strong>el</strong>evados en la <strong>adolescencia</strong> que en edades<br />
anteriores, y tienden a descender después de la <strong>adolescencia</strong> y sobre todo después de<br />
los 24 años.<br />
• Los chicos ejercen la violencia física <strong>con</strong> mucha mayor frecuencia que las chicas.<br />
• La r<strong>el</strong>ación <strong>con</strong> los iguales en la escu<strong>el</strong>a es <strong>el</strong> escenario más frecuente de la violencia en la<br />
<strong>adolescencia</strong>, aunque <strong>su</strong> visibilidad es mayor en <strong>el</strong> ocio. En ambos casos, la violencia parece<br />
estar estrechamente r<strong>el</strong>acionada <strong>con</strong> la fuerte necesidad que existe en dicha edad de<br />
sentir que se forma parte de un grupo.<br />
En muchas publicaciones, existen autores que intentan explicar <strong>el</strong> fenómeno de la violencia<br />
entre los jóvenes, a partir de un análisis de <strong>su</strong>s causas. Muchos de estos autores coinciden, además,<br />
en destacar <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> que los jóvenes y adolescentes tienen como víctimas de esta violencia<br />
y no solo como agresores Manu<strong>el</strong> Martín Serrano (1997) Mik<strong>el</strong> Torres (1998) Alfonso Serrano<br />
Gómez (1999).<br />
Como se ha venido demostrando, a través de las muchas revisiones de diversos trabajos, los<br />
mod<strong>el</strong>os aprendidos desde la infancia son utilizados para dar significado al mundo social y emocional<br />
propio y ajeno, interpretar las semejanzas y diferencias entre personas y grupos, juzgar<br />
como adecuado o explicar por qué se producen los problemas que se viven. En este sentido, la<br />
representación que una persona tiene de <strong>su</strong>s posibles víctimas, desempeña un decisivo pap<strong>el</strong> en<br />
<strong>el</strong> riesgo de ejercer violencia. La persona violenta <strong>su</strong><strong>el</strong>e creer que <strong>su</strong> violencia está justificada o<br />
es inevitable, lo cual no re<strong>su</strong>lta sorprendente que la violencia que <strong>su</strong>fren algunas mujeres por <strong>el</strong><br />
hecho de serlo esté r<strong>el</strong>acionada <strong>con</strong> los estereotipos sexistas. Además, la violencia <strong>con</strong>tra la<br />
mujer está también r<strong>el</strong>acionada <strong>con</strong> las diferencias de género en estatus y poder. Una vez más<br />
se comprueba que <strong>el</strong> sexismo puede ser usado para legitimar y mantener tales diferencias, como<br />
lo ha planteado Díaz Aguado (2006).<br />
Dentro de la línea teórica psicoanalítica, se encuentran posturas como las de Luis M. Feduchi<br />
(1995) y otros autores, que al analizar desde una perspectiva psicoanalítica <strong>el</strong> tema de la <strong>adolescencia</strong><br />
y la violencia, sostienen que existen múltiples factores desencadenantes de violencia en<br />
esta etapa: defensas narcisistas o paranoides, c<strong>el</strong>os o envidia, intolerancia a la frustración… En<br />
función de las respuestas que reciban de los adultos y de las instituciones que les rodean se<br />
actuarán o no <strong>con</strong>ductas agresivas o violentas.<br />
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ESTUDIOS