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'La adolescencia y su interrelación con el entorno' (2945 Kb.) - Injuve

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6.3 Violencia de los medios de comunicación. Nuevas tecnologías<br />

José Antonio Gab<strong>el</strong>as Barroso (2005) plantea que los y las adolescentes son espectadores,<br />

espectadoras y jugadores, jugadoras. Con una experiencia social básica, caracterizada por la<br />

multiplicidad de <strong>con</strong>exiones <strong>con</strong> <strong>el</strong> entramado de la información. Una generación que puede<br />

simultanear dos, tres vías de información, <strong>con</strong> varios estímulos cada una de <strong>el</strong>las, una sobresaturación<br />

que también produce colapsos.<br />

Natalia Fernández (2005) muestra que a pesar de la difusión universal de los medios de<br />

comunicación de masas y sobre todo de la t<strong>el</strong>evisión, la lectura no se ha <strong>con</strong>vertido en una actividad<br />

marginal. La lectura en tiempo de ocio, es decir, la voluntaria y placentera no es, marginal<br />

ni poco frecuente entre la juventud española. En la Encuesta de hábitos comentada anteriormente<br />

creemos <strong>con</strong>veniente citar que los jóvenes leen más pero no son los más jóvenes los que<br />

más leen.<br />

En cuanto a los estudios existentes acerca de la r<strong>el</strong>ación entre la t<strong>el</strong>evisión y <strong>el</strong> comportamiento<br />

violento adolescente, cabe citar <strong>el</strong> llevado a cabo por José Ortega (1997). En <strong>su</strong> artículo<br />

<strong>el</strong> autor analiza <strong>el</strong> tema de la influencia de la t<strong>el</strong>evisión en los comportamientos violentos y d<strong>el</strong>ictivos<br />

de los y las jóvenes. Frente a aqu<strong>el</strong>los que plantean efectos y r<strong>el</strong>aciones causales lineales<br />

entre la violencia y los medios y la violencia d<strong>el</strong>incuencial infanto-juvenil, basados en investigaciones<br />

<strong>con</strong> planteamientos teóricos y metodológicos <strong>con</strong>ductistas y funcionalistas, incluso en<br />

algunos planteamientos cognitivistas de individuo, <strong>el</strong> autor sostiene que hay que ir hacia estudios<br />

de perspectiva estructural y sistémica o ecosistémica y los re<strong>su</strong>ltados devendrán mucho<br />

más matizados.<br />

Como plantea A<strong>su</strong>nción Bernárdez Rodal (2006), la comunicación a través de Internet tiene<br />

para los y las adolescentes, <strong>su</strong>s características propias: es <strong>el</strong> lugar de lo instantáneo, de lo<br />

lúdico, de lo divertido; <strong>el</strong> lugar de la hibridación de los códigos orales y escritos y también <strong>el</strong><br />

sitio donde podemos <strong>con</strong>struirnos identidades distintas a la que tenemos en la vida real. Este<br />

artículo trata de algunas de estas cuestiones, y en <strong>con</strong>creto de cuáles son los usos específicos<br />

de internet y los chats de los adolescentes respecto a la variable de género. Para <strong>el</strong>lo, iremos<br />

de las cuestiones más generales a las más particulares, partiendo d<strong>el</strong> intento de explicar qué<br />

<strong>su</strong>pone sobre todo la difusión de internet respecto a las prácticas comunicativas más tradicionales,<br />

para pasar luego a las cuestiones sobre cómo se <strong>con</strong>struyen las identidades de género<br />

en la red.<br />

Eron (citado por Díaz Aguado y otras en <strong>el</strong> 2004) y colaboradores comenzaron un estudio<br />

que fue seguido diez años más tarde por Lefkowitz y colaboradores, en <strong>el</strong> que se intentaba descubrir<br />

si existía un corr<strong>el</strong>ato entre la exposición a t<strong>el</strong>evisión violenta a agresividad años después.<br />

Diez años más tarde se en<strong>con</strong>tró una corr<strong>el</strong>ación positiva y estadísticamente significativa entre<br />

exposición a t<strong>el</strong>evisión violenta y agresión en edades posteriores. Este aumento de la agresión<br />

aparecía igualmente en los tres grupos de niños, divididos según <strong>su</strong> niv<strong>el</strong> de agresividad: alto,<br />

medio y bajo. Esta corr<strong>el</strong>ación se mantenía incluso después de <strong>con</strong>trolar algunas variables que<br />

pudieran haber <strong>con</strong>taminado la observación de la r<strong>el</strong>ación entre t<strong>el</strong>evisión y agresión, como<br />

niv<strong>el</strong> socioe<strong>con</strong>ómico de la familia, la int<strong>el</strong>igencia de los <strong>su</strong>jetos y la agresividad de los padres.<br />

Este estudio se ha comentado más ampliamente en este trabajo.<br />

La interpretación de que ver programas violentos de t<strong>el</strong>evisión lleva a agresión ha sido repetida<br />

en estudios transculturales, y se ha en<strong>con</strong>trado que los re<strong>su</strong>ltados se mantienen en todos los<br />

grupos de edad y género. En algunos lugares como en Finlandia, según Huessman y Eron, <strong>el</strong> factor<br />

que mejor predecía la agresión era <strong>el</strong> grado de identificación <strong>con</strong> los héroes, por encima de<br />

otros factores.<br />

Miqu<strong>el</strong> Rodrigo y Anna Estrada (1999) sostienen que <strong>el</strong> debate sobre la violencia de los<br />

medios de comunicación genera dos opiniones: las que los ven <strong>con</strong> parte de responsabilidad en<br />

<strong>el</strong> aumento de la violencia o las que simplemente los ven como un espejo de la violencia ya existente.<br />

Esta última <strong>con</strong>clusión no es compartida tal cual ni por nosotras ni por otros muchos<br />

autores.<br />

La <strong>adolescencia</strong> y <strong>su</strong> <strong>interr<strong>el</strong>ación</strong> <strong>con</strong> <strong>el</strong> entorno<br />

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