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'La adolescencia y su interrelación con el entorno' (2945 Kb.) - Injuve

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diciones de la vida cotidiana y en ocasiones se manifiesta de manera virulenta a través de <strong>con</strong>flictos<br />

sociales como <strong>con</strong>secuencia de las graves desigualdades sociales generadas.<br />

Desde este punto de vista que comentamos aquí, no nos ocuparemos de la violencia estructural,<br />

sino de la violencia interpersonal, entendiendo por tal cualquier táctica comportamental<br />

coercitiva, <strong>con</strong> la intención de dominar y <strong>con</strong>trolar a otra persona en una r<strong>el</strong>ación interpersonal,<br />

y que pueda ocasionar daño físico, social o psicológico.<br />

Hay que tener en cuenta que, al definir un acto o comportamiento violento, lo hacemos sobre<br />

una base de juicio social, y en un <strong>con</strong>texto histórico y cultural determinado. Esto quiere decir<br />

que, en determinados <strong>con</strong>textos sociales, épocas, y para determinadas personas, la violencia ha<br />

sido (y de hecho sigue siendo) una norma aceptable entre personas.<br />

Tan complejo es <strong>el</strong> fenómeno que podemos afirmar que todas las r<strong>el</strong>aciones se sitúan en una<br />

línea <strong>con</strong>tinua donde un extremo sería una r<strong>el</strong>ación francamente violenta y <strong>con</strong> <strong>con</strong>secuencias<br />

extremadamente graves como la muerte, y <strong>el</strong> otro cabo de la línea sería una r<strong>el</strong>ación óptima,<br />

nada violenta y <strong>con</strong> satisfacción mutua y permanente. Entre estos dos extremos caben todas las<br />

r<strong>el</strong>aciones imaginables, <strong>con</strong> muchísimos niv<strong>el</strong>es de violencia, a veces física, a veces psicológica,<br />

o una mezcla de ambas. De esta forma, nos es difícil establecer un límite en <strong>el</strong> que colocar a las<br />

r<strong>el</strong>aciones violentas de las que no lo son. De hecho, más a menudo que no, una r<strong>el</strong>ación interpersonal<br />

hace compatible un trato físico satisfactorio e igualitario <strong>con</strong> tratos emocionales desequilibrados<br />

y cru<strong>el</strong>es.<br />

Pocos progenitores serían tolerantes <strong>con</strong> los tratos vejatorios y humillantes por parte de profesores<br />

y educadores hacia <strong>su</strong>s alumnos, que hace algunas décadas eran <strong>con</strong>siderados signos de<br />

preocupación e interés educativo. Lo que antes era incluso alentado por los padres, ahora se<br />

vería como un trato cru<strong>el</strong> y violento. Con esto se intenta poner énfasis en los cambios culturales<br />

que enmarcan <strong>el</strong> fenómeno de la violencia. Cuanto más internalizadas tenemos las ideas de valores<br />

democráticos en la sociedad, más exigentes somos en cuanto a las r<strong>el</strong>aciones. Esto aumenta<br />

la posibilidad de potenciar cambios sociales más sanos.<br />

Hay autores que muestran la dualidad de la existencia humana como origen de la violencia<br />

(Díaz Aguado, 2006). Esto es que la historia d<strong>el</strong> sexismo, violencia están estrechamente r<strong>el</strong>acionadas<br />

<strong>con</strong> la división ancestral d<strong>el</strong> mundo en dos espacios: <strong>el</strong> público, reservado exclusivamente<br />

para los hombres y <strong>el</strong> privado, <strong>el</strong> único en <strong>el</strong> que podía transcurrir la vida de las mujeres.<br />

Para reproducir esta división de una generación a la siguiente se inventó lo <strong>con</strong>ocido<br />

como la dualidad de la existencia humana, para la cual se enseñaba a cada individuo a identificarse<br />

<strong>con</strong> la mitad de los valores: los masculinos o los femeninos. Además de exigir la renuncia<br />

a la mitad de los valores, se le obligaba a identificarse <strong>con</strong> la mitad de los problemas: a los<br />

hombres <strong>con</strong> la violencia, la falta de empatía, la tendencia al dominio y al <strong>con</strong>trol absoluto de<br />

otras personas; y, en cambio, a las mujeres <strong>con</strong> la dependencia, la debilidad, la <strong>su</strong>misión y la<br />

pasividad.<br />

Para comprender la especial importancia que sobre este tema tienen las experiencias que se<br />

viven en la infancia y <strong>adolescencia</strong> <strong>con</strong>viene recordar que <strong>el</strong> ser humano nace <strong>con</strong> una gran plasticidad<br />

para adaptarse al entorno, que es máxima en las primeras edades y va reduciéndose <strong>con</strong><br />

la maduración. Lo aprendido en estos momentos, incluidos los mod<strong>el</strong>os y expectativas sociales<br />

básicos, como <strong>el</strong> sexismo o <strong>su</strong> antítesis, la igualdad; es difícil de cambiar, queda instaurado como<br />

una segunda pi<strong>el</strong>.<br />

Estos mod<strong>el</strong>os aprendidos desde la infancia son utilizados para dar significado al mundo<br />

social y emocional propio y ajeno, interpretar las semejanzas y diferencias entre personas y grupos,<br />

juzgar como adecuado o explicar por qué se producen los problemas que se viven. En este<br />

sentido, la representación que una persona tiene de <strong>su</strong>s posibles víctimas, desempeña un decisivo<br />

pap<strong>el</strong> en <strong>el</strong> riesgo de ejercer violencia. La persona violenta <strong>su</strong><strong>el</strong>e creer que <strong>su</strong> violencia está<br />

justificada o es inevitable, lo cual no re<strong>su</strong>lta sorprendente que la violencia que <strong>su</strong>fren algunas<br />

mujeres por <strong>el</strong> hecho de serlo esté r<strong>el</strong>acionada <strong>con</strong> los estereotipos sexistas. Además, la violencia<br />

<strong>con</strong>tra la mujer está también r<strong>el</strong>acionada <strong>con</strong> las diferencias de género en estatus y poder, y<br />

que <strong>el</strong> sexismo puede ser usado para legitimar y mantener tales diferencias.<br />

La <strong>adolescencia</strong> y <strong>su</strong> <strong>interr<strong>el</strong>ación</strong> <strong>con</strong> <strong>el</strong> entorno<br />

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