la esclava instruida - José MarÃa Ãlvarez
la esclava instruida - José MarÃa Ãlvarez
la esclava instruida - José MarÃa Ãlvarez
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
José#María#Álvarez#<br />
Octavo: el batiburrillo conocido por Arte Moderno es un error.<br />
Noveno: en peores errores hemos hecho guardia.<br />
Décimo: es rarísimo encontrar un pensamiento, un gesto inteligente o elegante posterior<br />
a 1945.<br />
Undécimo: hay exceso de pob<strong>la</strong>ción.<br />
Duodécimo: sólo se puede leer por p<strong>la</strong>cer.<br />
Decimotercero: quizá no erraba el sueño de Philipp Mainländer.<br />
Decimocuarto: nada pudo en siglos destruir a un escritor (y aquí puede leerse: un<br />
músico, un pintor, un arquitecto, un escultor, un filósofo, etcétera). El siglo XX lo consigue<br />
haciéndoles creer que son personas como <strong>la</strong>s demás.<br />
Decimoquinto: no es posible una Historia sin pasión.<br />
Decimosexto: <strong>la</strong> Cultura –como una joya, una mujer o una copa de excelente vino- son<br />
regalos que algunos seres humanos ofrecen o reciben con carácter absolutamente individual.<br />
Luna.<br />
Decimoséptimo: los poetas –según afirmaba Rilke de Hölderlin- salen solos, como <strong>la</strong><br />
Dijiste algo maravilloso:<br />
-El mundo es más aburrido sin Borges, mucho menos interesante y bello.<br />
Tantas cosas estaban en mí unidas a su recuerdo, a su magisterio, y que tú también<br />
habías hecho tuyas. Compartíamos su adoración hacia Stevenson, el café, Las mil y una noches,<br />
Virgilio… tantos libros. Común era el culto al coraje, a <strong>la</strong> batal<strong>la</strong> y a <strong>la</strong> Luna, a ciertos filmes y a<br />
<strong>la</strong> sensación de ocaso de nuestra civilización; común el aborrecimiento de <strong>la</strong> chusma peronista y<br />
simi<strong>la</strong>res. También nos unía <strong>la</strong> admiración por Turner, por Sevil<strong>la</strong> y por Sicilia, aunque jamás<br />
yo compartí su veneración suiza (<strong>la</strong> que por cierto sí alimenta otro de los pocos hombres<br />
excepcionales que nos quedan: Emilio García Gómez). Sí, el mundo iba a ser mucho más<br />
aburrido sin Borges.<br />
Uno de los recuerdos que permanecen en mí para siempre, imagen de esos –pocosmomentos<br />
en que alguien toca, sabe suyo el esplendor absoluto de <strong>la</strong> vida, es nuestro viaje a<br />
Istanbul.<br />
Yo te había hab<strong>la</strong>do tanto de esa ciudad única, de cuánto <strong>la</strong> amaba. Muchas tardes, en<br />
aquellos ratos fastuosos después de querernos, te contaba cosas que allí me habían sucedido, te<br />
contaba su historia milenaria. Y cómo disfrutabas tú con aquellos re<strong>la</strong>tos. Durante muchos<br />
meses soñamos con el día en que pudiésemos recorrer juntos sus calles. Necesitábamos ese<br />
deslumbrante escenario.<br />
Sueño orgulloso en el que convienen hombres de tantas épocas, Istanbul esperaba que<br />
uniésemos nuestros nombres a su destino inolvidable. Yo te había hab<strong>la</strong>do de su belleza, de su<br />
poder de encantamiento, acechando en cada esquina. Te había narrado <strong>la</strong>s leyendas que,<br />
# 99#