la esclava instruida - José MarÃa Ãlvarez
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La#Esc<strong>la</strong>va#Instruida#<br />
-Es un animal hermosísimo –dijiste-. Lo hubiera dicho Eva.<br />
-La besaste.<br />
-Te besé. Volvimos a joder. Y después de desayunar copiosamente, regresamos a <strong>la</strong>s<br />
entretenidas discusiones del congreso.<br />
-Llegamos tarde. Alguien había ya descubierto que todo el ingenio de Kafka derivaba<br />
de una uña encarnada en el segundo dedo de su pie derecho. Otro (un poeta de Albacete) probó<br />
<strong>la</strong> absoluta y trasparente influencia de Tito Livio en un asqueroso rockero de Dakota.<br />
-Y un vietnamita especialista en Chejov (¡Dios, qué hermosa estabas!, cómo bril<strong>la</strong>bas en<br />
aquel ritual de inteligencia y humor) convenció de los beneficios de <strong>la</strong> psiquiatría aplicada a <strong>la</strong><br />
literatura comparada.<br />
-Útil sabiduría –te dije.<br />
Nos echamos a reír. Nos abrazamos. Tu cuerpo palpitaba.<br />
-No hay espectáculo como el del talento –dijiste.<br />
-No lo hay.<br />
-Oye, y cuando jodes conmigo, ¿también parece que te arrancan <strong>la</strong> columna vertebral?<br />
-Cuando jodo contigo es como si se <strong>la</strong> metiera al Ángel de Rilke.<br />
Te levantaste y pusiste un disco.<br />
-Escucha –me dijiste, y buscaste el momento exacto-. Dedicado a usted.<br />
Y sonó <strong>la</strong> voz de Tito Gobbi.<br />
Ah, che bel vivere,<br />
che bel piacere<br />
per un barbiere<br />
di qualitá.<br />
Muchas veces pienso en esa fuerza misteriosa y terrible que hay en ti. Eres de esos seres<br />
que enamoran siempre y a todo el mundo, como mojones de una leyenda que atravesara los<br />
tiempos. No es acaso <strong>la</strong> paz su reino, pero quién no ha envidiado ese Infierno, como si el abismo<br />
de su paroxismo, el fuego de su vivir fuera el culto supremo del más deslumbrador de nuestros<br />
misterios. Cuando aquel<strong>la</strong>s tardes de nuestros encuentros yo te contemp<strong>la</strong>ba desnuda sobre <strong>la</strong><br />
cama, todo un Universo de fuerzas remotas se ponía en movimiento, como los árboles de<br />
Birnam hacia Dunsinane, avanzando contra mi razón. ¡Láudano de mi vida!<br />
Habíamos abrazado nuestro sueño. Afuera, allí, estaba el mundo de los otros, el orden.<br />
Pero durante unas horas, tocábamos fondo, nos dábamos aquel baño purificador. Eras una<br />
criatura excepcionalmente inteligente. Como alguien dijo de <strong>la</strong> Rosalynd de As You Like It,<br />
“tejías tu propia dicha” en <strong>la</strong> que me envolvías a mí. Sabia, hermosa, capaz de afinar tu<br />
felicidad y e<strong>la</strong>borar<strong>la</strong>, astuta, superior, un espejo soberano de mujer donde mirarse orgulloso,<br />
yo, que te estaba creando. A veces, y ya que recuerdo As You Like It, una brisa he<strong>la</strong>da entraba en<br />
nosotros desde fuera, como <strong>la</strong> canción final de Jacques, sombría vo<strong>la</strong>dura sobre <strong>la</strong> gloria<br />
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