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la esclava instruida - José María Álvarez

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La#Esc<strong>la</strong>va#Instruida#<br />

Habías seguido conmigo, entristecida, <strong>la</strong> dignidad de su crepúsculo aquel<strong>la</strong>s últimas<br />

semanas. Su salud iba empañándose como un espejo, pero él mantenía una emocionante<br />

dignidad. Borges sabía que <strong>la</strong> muerte es una cortesana a <strong>la</strong> que se frecuenta pero de quien no se<br />

comenta en sociedad. Ya no pudo asistir -¿te acuerdas?- al homenaje a Ezra Pound en Venezia,<br />

pero no dejó de darme un comunicado para que fuese leído en su nombre. Y, poco después,<br />

aunque ya muy enfermo, cómo mantuvo hasta el último momento –el viaje, después de todo,<br />

era un vuelo corto- su decisión de presidir (honor que yo me hubiera enorgullecido en cederle) el<br />

Encuentro Internacional de Escritores. Cuanto más se acercaba a <strong>la</strong> muerte más firme aparecía<br />

su ánimo y más lejano de el<strong>la</strong>. En mayo, el Dowling College de Nueva York le concedió el<br />

doctorado Honoris Causa: debía recibirlo en Pescara, en Junio, durante los actos del Congreso<br />

del Mediterráneo. Creo que llegó a imaginar su asistencia. Pero ya todos sabíamos que no<br />

volvería a salir de Ginebra. Me encomendó, y <strong>la</strong> comisión norteamericana aceptó, su<br />

representación en ese acto; después viajaría a Ginebra, para hacerle entrega del título. La<br />

primera semana de Junio, su voz me hizo ya presentir <strong>la</strong> inminencia del desastre. Hasta María<br />

Kodama, esa maravillosa mujer que acompañó serena y alegre el anochecer de Borges, no<br />

podía ya impedir que su tono traicionase en ocasiones el pacto de silencio establecido. Yo ya te<br />

lo había anunciado: “Es cuestión de días, acaso de horas”. Me dijiste, con un verso de Álvarez:<br />

“¿Cuántos enemigos había que ofrecer a <strong>la</strong> Muerte para estar empatados?”. En <strong>la</strong> madrugada<br />

del 14, estaba yo en mi jardín, bebiendo, como Li Pao, al c<strong>la</strong>ro de Luna. El firmamento del Sur<br />

era un mar de p<strong>la</strong>ta. De pronto me pareció ver en los cielos una inusitada bril<strong>la</strong>ntez. Me trajo a<br />

<strong>la</strong> memoria aquel<strong>la</strong> luz que recorrió <strong>la</strong> noche sobre el campamento de César y cayó en el de<br />

Pompeyo <strong>la</strong> víspera de <strong>la</strong> batal<strong>la</strong> de Farsalia. La luminosidad pareció perderse hacia el nordeste.<br />

Sentí que algo iba a suceder de gran importancia. Pocas horas después supe que anunciaba <strong>la</strong><br />

muerte de Borges. Al día siguiente, cuando nos vimos en el apartamento, leímos en recuerdo<br />

suyo algunos poemas, “The thing I am”, “Elegía del recuerdo imposible”. “Blind pew”, “Otro<br />

poema de los dones…” Recuerdo tu voz bellísima entonando aquellos versos: “Yo que tantos<br />

hombres he sido…”. Luego hicimos una lista de certidumbres nuestras que mucho debían a su<br />

ejemplo y que acaso mucho le hubieran agradado:<br />

Primero: <strong>la</strong> Literatura es un destino.<br />

Segundo: sin duda, como Chesterton dijo, desde el principio todas <strong>la</strong>s naciones han<br />

soportado gobiernos y todas se han sentido avergonzadas de ellos. Así, fuera de ser un tolerante<br />

escéptico, amenaza una espesa vegetación cubil de <strong>la</strong> Fiera.<br />

Tercero: preeminencia de <strong>la</strong>s letras inglesas.<br />

Cuarto: quizá <strong>la</strong> edición, al año, y en todo el mundo, de doce libros nuevos, fuera ya<br />

suficiente.<br />

Quinto: y junto a lo anterior, obviamente, <strong>la</strong> supresión de prensa, radio y demás dis<strong>la</strong>tes<br />

viciados por obsesiones tan de zopencos como <strong>la</strong> información y <strong>la</strong> actualidad.<br />

Sexto: descreencia del sufragio universal, aunque sin vaci<strong>la</strong>ción prefiriéndolo al<br />

comunismo o al fascismo, mas por razones estrictamente de poder policíaco.<br />

Séptimo: de todas formas, el p<strong>la</strong>neta y <strong>la</strong> historia de sus tribus, hijos del Azar o escritor<br />

desde siempre, sabidos desde siempre, en cualquier caso no merece sino <strong>la</strong> contemp<strong>la</strong>ción más<br />

serena y desesperanzada.<br />

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