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Bello, Gramatica castellana

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conozca?», quien es persona que, el antecedente envuelto persona es el verdaderoacusativo de haber, y el elemento relativo es sujeto de la preposición subordinada. En«No hay a quien recurrir» se calla el acusativo persona, y la preposición es régimen derecurrir.897 (h). Los apelativos de cosa no suelen llevar la preposición, por determinadosque sean: «Cultiva sus haciendas»; «Tiene la más bella biblioteca». Los verbos quesignifican orden, como preceder, seguir, parecen apartarse de esta regla: «La primaveraprecede al estío»; «El invierno sigue al otoño»; pero lo que rigen esos verbos esrealmente un dativo. Si se dice que la «gramática debe preceder a la filosofía», se dicetambién que debe precederle o precederla, representando a filosofía con le o la,terminaciones que sólo son equivalentes en el dativo femenino; lo que no se opone aque en construcción pasiva se diga que «la filosofía debe ser precedida de lagramática». Éste es uno de los caprichos de la lengua, como también lo es el que esosmismos verbos no sean susceptibles de la construcción regular cuasi-refleja de sentidopasivo, pues nadie seguramente diría: «La filosofía debe precederse de la gramática» 251 .(i) Las reglas anteriores sufren a veces excepciones: 1.º por personalidad ficticia;2.º por despersonalización; 3.º para evitar ambigüedad.898. 1.ª Las cosas que se personifican toman la preposición a en el acusativo,cuando son determinadas, lo que puede extenderse aun a los casos en que la idea depersona se columbra oscuramente, como cuando aplicamos a las cosas los verbos quetienen más a menudo por acusativo un ser racional o por lo menos animado. De aquí«Llamar a la muerte», «Saludar las aves a la aurora», «Calumniar a la virtud»,«Recompensar al mérito», «Hemos de matar en los gigantes a la soberbia, a la envidiaen la generosidad y buen pecho, a la ira en el reposado continente y quietud del ánimo,a la gula y al sueño en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos»(Cervantes); «Temía a los extraños, a los propios, a su misma sombra; condición detirano» (Martínez de la Rosa). Otro escritor moderno ha dicho: «La literatura sabiadespreciaba la poesía popular»; y hubiera podido personificar la poesía, anteponiéndolela preposición.899. 2.ª Por el contrario, los verbos cuyo acusativo es a menudo de cosa, puedenno regir la preposición, cuando les damos por acusativo -255- un nombre apelativode persona: «La escuela de la guerra es la que forma los grandes capitanes». Estaexcepción no se extiende jamás a los nombres propios; y es de rigor con el acusativo deque, cuando, sacándolo de su ordinario empleo, lo hacemos representativo de persona;tan malo sería pues «el hombre a que vi», con la preposición, como «el hombre quienvi», sin ella.Pierde sus hijos el que deja de tenerlos; pierde a sus hijos el que con su nimiaindulgencia y sus malos ejemplos los corrompe; perder en esta última oración tiene unsignificado moral que sólo puede recaer sobre verdaderas personas.

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