Salud Mental
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eficacia o la corrupción institucional como en el sistema judicial<br />
o la policía, responsables estas de regular la convivencia<br />
ciudadana, alto nivel de impunidad y la pérdida de la confianza<br />
de los ciudadanos; la ausencia y funcionamiento del Estado;<br />
la presencia de actores armados y el narcotráfico (63,65).<br />
En lo que respecta a los factores económicos, no es directa<br />
la relación entre pobreza y niveles de violencia, pero sí<br />
con la desigualdad (63). El incremento de un punto en el coeficiente<br />
de Gini, medida que refleja la desigualdad social, se<br />
correlaciona con un aumento del 1,5 % en las tasas de homicidio<br />
y del 2,6 % en las tasas de robos, llegando hasta 3,7 % y<br />
4,3 % los homicidios y el robo, respectivamente, si esta desigualdad<br />
social es mantenida en el tiempo (66). Además, debe<br />
considerarse la falta de oportunidades de trabajo y educación,<br />
la rápida urbanización sin planificación y los acelerados<br />
cambios en la distribución demográfica de la población (desplazamiento<br />
o urbanización) (63). Dentro de los factores culturales<br />
se aprecian las creencias acerca de la educación de los<br />
hijos que legitiman la violencia; igualmente, la observación y<br />
la imitación de la conducta violenta; los vacíos y desfases éticos<br />
y la doble moral, o moral múltiple, la cual se ha vinculado,<br />
por ejemplo, con las actitudes que se han asumido en el país<br />
ante el fenómeno del narcotráfico (63).<br />
La familia también desempeña un papel fundamental,<br />
pues el tipo de educación impartida, el antecedente de violencia<br />
intrafamiliar, la victimización durante la niñez, el consumo<br />
de alcohol y drogas, el ejercicio de actividades delincuenciales<br />
por parte de los padres y la disponibilidad de apoyo emocional<br />
entre sus miembros determina de manera significativa la<br />
probabilidad de conductas violentas de las personas involucradas<br />
en un futuro (63,65,67). Por último, los factores individuales<br />
que aumentan el riesgo de una conducta violenta<br />
son: el consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas, el<br />
poseer un arma, el ser varón, el tener un bajo nivel educativo,<br />
el haber sido víctima previamente de actos violentos, la zona<br />
de residencia y las creencias religiosas (64,65,68).<br />
2.2.2.2. Impacto<br />
Cada año en el mundo más de un millón de personas pierden<br />
su vida y muchos más sufren de heridas no fatales como<br />
resultado de violencia autoinflingida, interpersonal o colectiva.<br />
Así, la violencia mundial es la primera causa de muerte<br />
alrededor en personas entre los 15 y los 44 años de edad (64).<br />
Aunque el costo humano de los duelos y el dolor no puede<br />
ser valorado, se calcula que en América Latina el 14,2 %<br />
(US$168.000 millones) del producto interno bruto (PIB) se<br />
invierte en atender los costos directos, indirectos o por transferencia<br />
de la violencia (69).<br />
En Colombia, distintas investigaciones muestran un aumento<br />
continuado sustancial de los costos del conflicto armado,<br />
que va del 1,5 % al 4 % del PIB en el periodo 1990-1998<br />
hasta el 9 % en el de 2005-2006. Los costos directos son los<br />
generados por daños a la infraestructura física, secuestro, extorsión,<br />
abigeato, desplazamiento, minas antipersona, gastos<br />
en defensa y seguridad nacional. Y los costos indirectos son los<br />
derivados de las pérdidas en la productividad (de las tierras,<br />
fuga de capitales, disminución de la inversión, impacto en la<br />
distribución, aumentos de los costos de transacción, etc.) (68).<br />
Por su parte, un 4 % del PIB se ha estimado para los costos<br />
anuales de la violencia intrafamiliar (69). Los costos globales<br />
de la violencia intrafamiliar remiten a cinco categorías:<br />
directos (bienes y servicios usados para su prevención y tratamiento),<br />
no monetarios (dolor, sufrimiento, morbilidad y<br />
mortalidad), efectos multiplicadores económicos (impacto<br />
en el mercado laboral y educativo en el caso de niños), efectos<br />
multiplicadores sociales (impacto en calidad de vida y<br />
relaciones interpersonales) y efectos de transmisión intergeneracional<br />
(70).<br />
Aunque estar expuesto a cualquier tipo de violencia aumenta<br />
el riesgo que un individuo presente trastorno de estrés<br />
postraumático, trastorno depresivo, consumo de sustancias<br />
psicoactivas y deterioro de su salud general (70,71), lo más<br />
dramático en lo que respecta a la salud mental en relación<br />
con el conflicto armado es la vulneración psicológica de las<br />
víctimas y los victimarios, en términos del “encuentro con un<br />
horror psíquicamente no asimilable”, encuentro que no tiene<br />
solución de continuidad (72). Así mismo, los efectos se observan<br />
en toda la población, pues la guerra impulsa un proceso<br />
de deshumanización que empobrece las capacidades<br />
de pensar lucidamente; la voluntad y capacidad de comunicarse<br />
con veracidad y eficacia, la sensibilidad ante el sufrimiento<br />
y el sentido solidario y la esperanza (73). Se alude,<br />
igualmente, a una “banalidad del desplazamiento”, expresada<br />
en un acostumbramiento a la presencia constante y creciente<br />
de personas desplazadas, cuya presencia visual se hace cotidiana<br />
y normal (74). Un fenómeno similar es el de una progresiva<br />
desensibilización colectiva ante los hechos de la violencia.<br />
Sin embargo, es importante destacar que, sin restarle importancia<br />
al impacto de estas dolorosas experiencias, algunos<br />
estudios realzan las posibilidades de individuos, familias y co-<br />
106 encuesta nacional de salud mental 2015