Salud Mental
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para explicar la exclusión. En todos los grupos de edad son<br />
las mujeres las más discriminadas.<br />
A su vez, las personas que más rechazan los encuestados<br />
son en su orden: las adictas a drogas o alcohol (el mayor porcentaje<br />
65,9 %, en el grupo de 12 a 17 años); desmovilizadas<br />
de grupos armados (el mayor porcentaje 22,2 % en el grupo<br />
de 18 a 44 años); con enfermedades infectocontagiosas (20,7 %<br />
del grupo de 12 a 17 años); y con trastornos mentales (el mayor<br />
porcentaje 17,6 % en los adultos de 18 años y más). Todas<br />
las cuales constituyen poblaciones de interés en el campo de<br />
la salud mental.<br />
En resumen, estos resultados contrastan con el PDSP, en<br />
cuanto la dimensión de salud mental la refiere a la convivencia,<br />
las relaciones interpersonales respetuosas, equitativas y<br />
solidarias, el sentido de pertenencia, el reconocimiento de la<br />
diferencia, la participación en el logro de acuerdos, el ejercicio<br />
de los derechos humanos que buscan el bien común, el desarrollo<br />
humano y social (5).<br />
2.3.2. <strong>Salud</strong> mental y sufrimiento emocional<br />
La discusión en este tema se concentra en los resultados vinculados<br />
con situaciones o eventos vitales estresantes, perturbadores,<br />
críticos, en todo caso, generadores de tensión y<br />
sufrimiento emocional, tanto en el momento vital actual (últimos<br />
12 meses) como durante la infancia de los adolescentes<br />
y adultos encuestados; así mismo, en el marco de una experiencia<br />
individual o colectiva, asociada o no con la intención<br />
directa de daño.<br />
2.3.2.1. Eventos críticos y curso de vida<br />
2.3.2.1.1. Eventos críticos actuales<br />
Solo un poco más de la mitad de los niños entre 7 y 11 años<br />
vive con sus padres biológicos; esta proporción es menor en<br />
las regiones Pacífica, Central y Bogotá, mayor en la Atlántica<br />
y Oriental. Así mismo, un poco más de la mitad de los hogares<br />
en los que crecen estos niños se encuentra en situación<br />
de pobreza.<br />
Es el padre biológico la figura ausente, para las dos terceras<br />
partes de aquellos niños que no conviven con los dos progenitores,<br />
la madre lo es en menos de la tercera parte.<br />
También es mucho mayor el porcentaje de las madres que<br />
mantiene comunicación con los hijos sin convivir con ellos,<br />
que el de los padres que lo hace; y el de las que aportan a los<br />
gastos del niño en contraste con los padres. Estos comportamientos,<br />
para ambas figuras se diferencian, así mismo, por<br />
regiones (porcentajes más bajos en la Atlántica y más altos<br />
en la Pacífica), y por situación de pobreza (porcentajes más<br />
bajos para ambos padres en condición de pobreza de los que<br />
no lo están, padres 43,6 % frente 61,7 %; madres 74,7 % y<br />
80,9 %). Es importante señalar que un 31, 0 % de estos niños<br />
ha contado con un padre o madre sustituta.<br />
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) expone<br />
una situación similar al anotar que 56,1 % de los niños<br />
menores de 15 años vive con ambos padres, 32,3 % solamente<br />
con la madre, 3,1 % con el padre y 7,1 % con ninguno de los<br />
dos. 4,4 % de los niños son huérfanos y el 7,1 % de crianza (89).<br />
Dos aspectos resultan de especial relevancia al analizar<br />
esos datos: el primero el hecho de que un poco menos de la<br />
mitad de los niños conviva con ambos padres, y aunque debe<br />
reconocerse el papel sucedáneo de otros adultos, no puede<br />
obviarse el desapego a las funciones de comunicación y soporte<br />
de los padres biológicos ausentes del hogar, con más<br />
peso esta anotación para los hombres. El segundo, es que la<br />
presencia de ambos progenitores coincide, también para la<br />
mitad de los niños, con situaciones de pobreza. Por tanto, se<br />
estarían planteando carencias afectivas y económicas para la<br />
población infantil, (señaladas ya por diversos estudios), pero<br />
cuyo impacto global en el curso de vida debe ser considerado.<br />
Las personas de 12 años y mayores comparten entre los<br />
sucesos generadores de sufrimiento y tensión emocional más<br />
frecuentes, en el último año, los relacionados con enfermedad<br />
o muerte de alguien muy cercano, y con una modificación<br />
vital significativa. Las de 12 a 44, un problema familiar grave,<br />
los de 18 a 45 años dificultades económicas seria, y los de 12<br />
a 17 y de 45 y más un inconveniente de salud o un accidente.<br />
2.3.2.1.2. Eventos críticos sufridos en la infancia<br />
En cuanto a eventos críticos ocurridos antes de los 12 años,<br />
el reporte de la muerte de alguno de los padres o una persona<br />
muy cercana obtiene un porcentaje más alto que el de las<br />
situaciones actuales, a pesar de que la afirmación en ese caso<br />
incluía la enfermedad de algunas de esas personas. Son también<br />
mayores los porcentajes de quienes aceptaron haber tenido<br />
un menoscabo en su salud o un accidente.<br />
Haber vivido con ambos padres en su infancia (antes de<br />
los 12 años) es una proporción que se incrementa con la edad<br />
de los encuestados (54, 4 % de 12 a 17 años; 59,5 % de 18 a 44<br />
años; 62,7 % de 45 y más años).<br />
116 encuesta nacional de salud mental 2015