Catálogo - FCAT

ARGELIA, 50 AÑOS DE HISTORIA
Y CINE
En Histoire-Caméra (2008), el crítico Antoine de Baecque subraya la estrecha relación
existente entre el cine y la historia, el doble movimiento que los une desde
los orígenes del Séptimo Arte. La historia no tardó en ser motivo de fascinación
para el cine y los que escriben la historia se dieron cuenta rápidamente de la eficacia
de la imagen en movimiento con fines propagandísticos. El cine proporciona
una forma visible inmediata a la historia, que a su vez acaba por influir en la forma
cinematográfica: “No solo el cineasta, provisto de su herramienta, la historia-cámara,
es un historiador privilegiado, sino que la forma cinematográfica es a todas
luces histórica”, explica de Baecque.
Con ocasión del quincuagésimo aniversario de la Independencia de Argelia, el
FCAT-Córdoba dedica una de sus secciones a la historia del cine argelino. La selección
reúne películas clave de un país que fue la fuerza motriz del nuevo cine
árabe y cuyo cine, como dice el filósofo francés Jacques Rancière “... encarna la
historia, haciendo corresponder un modo formal de la realidad contemporánea con
la voluntad de transformar dicha realidad que es propia del hombre en la acción
histórica”.
El cine argelino nació en los maquis, en la lucha armada del FLN por la independencia.
Era entonces un testigo de los acontecimientos que no salían en las
imágenes oficiales francesas, las únicas difundidas sobre la guerra de independencia,
la memoria de los oprimidos. En la joven Argelia independiente, el cine
pasó a ser un apoyo visual para dar una legitimidad histórica al nuevo régimen.
Las producciones cinematográficas hasta los 70 fueron crónicas de la lucha de
liberación construidas a partir de un nacionalismo idealista, escenificando a héroes
carentes de debilidades. El gran representante de este periodo es Mohammed
Lakhdar-Hamina, cuya Crónica de los años de brasas (1975) ganó la Palma de Oro
en Cannes. El cine argelino inició rápidamente una nueva etapa temática, esta vez
rural, vinculada a la reforma agraria aprobada por Bumedien en 1971. Pero el cine
siguió hasta la década siguiente bajo el completo control del estado, reflejando la
historia oficial y la glorificación de la unidad nacional.
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