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El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

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<strong>El</strong> <strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong> ... – 167 – Capítulo XVII<br />

Retiróse <strong>el</strong> embajador <strong>de</strong> Tamorlán, y salieron con él algunos<br />

caballeros, curiosos <strong>de</strong> preguntarle y saber las varias<br />

noticias que <strong>de</strong> tan luengas tierras y afamadas hazañas podía<br />

darles.<br />

Entraron en seguida los embajadores <strong>de</strong>l rey Carlos <strong>de</strong><br />

Francia, sexto <strong>de</strong> este nombre, los cuales dijeron a Su Alteza,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> las primeras fórmulas <strong>de</strong> etiqueta, cómo se hallaba<br />

bastante malo <strong>el</strong> Rey su amo <strong>de</strong> resultas <strong>de</strong> habérs<strong>el</strong>e<br />

prendido fuego en un baile <strong>de</strong> máscaras a una pi<strong>el</strong> <strong>de</strong> salvaje<br />

<strong>de</strong> que iba vestido. Aseguraron <strong>de</strong>spués a los cortesanos, en<br />

confianza, que lo que en Francia más se temía no eran las<br />

resultas <strong>de</strong> este acci<strong>de</strong>nte, sino que corría <strong>el</strong> rumor <strong>de</strong> que<br />

<strong>el</strong> buen rey Carlos VI estaba a punto <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r la razón; que<br />

se había observado ya muchas veces tal cual <strong>de</strong>satino en<br />

su conducta, que pasaba los días enteros sin hablar y otras<br />

extravagancias <strong>de</strong> esta especie. Estos embajadores trajeron<br />

en presente dos truenos gran<strong>de</strong>s, como entonces se llamaban,<br />

que fueron la admiración <strong>de</strong> los cortesanos, por haberse reducido<br />

ya a tan cortos límites un arma que había empezado por<br />

no po<strong>de</strong>rse usar sino en las murallas <strong>de</strong> una plaza sitiada,<br />

que se había podido trasladar <strong>de</strong> un punto a otro <strong>de</strong>spués por<br />

medio <strong>de</strong> una máquina convenientemente montada, y que<br />

ya podía manejar y disparar casi un hombre solo, si bien con<br />

trabajo. Apreció mucho este regalo <strong>el</strong> rey <strong>Enrique</strong> y <strong>de</strong>spachó<br />

a los embajadores, los cuales volvieron para su tierra, no sin<br />

<strong>de</strong>jar alguna moda <strong>de</strong> las <strong>de</strong> su traje en la corte <strong>de</strong>l rey <strong>de</strong><br />

Castilla, pues eran muy galanos y venían lindamente ataviados.<br />

Al día siguiente salieron ya varios jóvenes <strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong>es<br />

con <strong>el</strong> pantalón muy ajustado y dos mangas perdidas recortadas<br />

como las habían visto en los embajadores; mo<strong>de</strong>raron<br />

la barba, que antes se <strong>de</strong>jaban crecer en <strong>de</strong>rredor <strong>de</strong> la cara,<br />

porque los embajadores no la traían, y hubo quien sacó <strong>el</strong>

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