08.05.2013 Views

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>El</strong> <strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong> ... – 216 – Capítulo XXI<br />

—¿Osado y <strong>de</strong>scortés?<br />

—Sacadla.<br />

—No en <strong>el</strong> alcázar —gritó <strong>el</strong> astrólogo arrojándose entre<br />

los dos—. Impru<strong>de</strong>ntes, respetad mis canas. Macías, no<br />

tenéis razón sino para envainar vuestro acero. Hidalgo, os<br />

<strong>de</strong>slumbra tal vez...<br />

—¡Basta, pérfido astrólogo! —gritó fuera <strong>de</strong> sí <strong>el</strong> irritado<br />

hidalgo—; ¡basta! Donc<strong>el</strong>, respetemos este lugar; pero en otra<br />

parte tengo que hablaros, salgamos.<br />

—Salgamos —repuso Macías echando a andar tras <strong>el</strong><br />

escu<strong>de</strong>ro—. ¡Tiempo hace que lo <strong>de</strong>seaba! —añadió en lo<br />

más profundo <strong>de</strong> su corazón.<br />

—¡Oídme! —gritaba <strong>el</strong> astrólogo—. ¡Teneos!<br />

Pero <strong>de</strong> allí a poco <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> oír sus pasos precipitados. Mirando<br />

entonces hacia la puerta por <strong>don</strong><strong>de</strong> habían salido:<br />

—¡Miserables —dijo cerrándola—, os preciáis <strong>de</strong> fuertes<br />

y <strong>de</strong> entendidos y un torpe anciano juega con vosotros como<br />

con sus maniquíes!<br />

Abriendo en seguida la comunicación que daba a la cámara<br />

<strong>de</strong> <strong>don</strong> <strong>Enrique</strong>, asió <strong>de</strong> una lámpara y bajó silenciosa, pero<br />

precipitadamente, la escalera retorcida. Daba la luz en parte<br />

sólo <strong>de</strong> su rostro, merced a su mano <strong>de</strong>recha, que interpuesta<br />

le <strong>de</strong>fendía los ojos <strong>de</strong>l resplandor. Sonaban sus sandalias<br />

<strong>de</strong> escalón en escalón, y su larga ropa crujía barriendo <strong>el</strong><br />

pavimento. Parecía <strong>el</strong> genio <strong>de</strong>l mal <strong>de</strong> aqu<strong>el</strong> oscuro alcázar,<br />

que recorría sus más recónditos rincones, buscando víctimas<br />

nuevas que sacrificar <strong>el</strong> día siguiente a su insaciable furor.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!