08.05.2013 Views

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>El</strong> <strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong> ... – 245 – Capítulo XXIV<br />

repetíroslo ahora. Pero <strong>de</strong>cidme, ¿qué causa en esta ocasión<br />

más que en otra...?<br />

—Tu honor y <strong>el</strong> mío. Has sido calumniado, atrozmente<br />

calumniado; porque tú dijiste, señor...<br />

—Calumniado, sí, Vadillo, calumniado. Pongo al ci<strong>el</strong>o por<br />

testigo que podéis, fiado en la justicia <strong>de</strong> mi causa...<br />

—Bástame tu palabra a <strong>de</strong>svanecer mis dudas todas. Quiero,<br />

pues, que mi primer hecho <strong>de</strong> armas, en que gane mi<br />

divisa, sea la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> mi señor. Yo alcé en tu nombre <strong>el</strong><br />

guante que un mancebo temerario arrojó públicamente en<br />

testimonio <strong>de</strong> <strong>de</strong>safío. Yo respon<strong>de</strong>ré <strong>de</strong> él; si tu causa es<br />

justa, la victoria es segura.<br />

—¿Cómo pudiera no aceptar vuestra generosa oferta, Fernán<br />

Pérez? Quédame, sin embargo, una duda; duda que, en<br />

obsequio vuestro, quisiera <strong>de</strong>svanecer. Solos estamos; abridme<br />

vuestro corazón; <strong>de</strong>cidme, ¿no tenéis alguna otra causa<br />

que os mueva?...<br />

—Señor...<br />

—¿Presumís que pue<strong>de</strong> tenerse noticia <strong>de</strong> vuestro encuentro<br />

con Macías en <strong>el</strong> soto... y <strong>de</strong>l arrojo con que os a<strong>de</strong>lantasteis<br />

en la corte a alzar <strong>el</strong> guante, al punto que visteis ser él <strong>el</strong><br />

mantenedor <strong>de</strong> la acusación, sin sospechar al mismo tiempo<br />

que causas muy po<strong>de</strong>rosas...? Hablad...<br />

—Acaso las hay. No lo niego.<br />

—Escuchad —añadió Villena en voz casi imperceptible—,<br />

¿sería cierto que tuvisteis c<strong>el</strong>os?<br />

—¿C<strong>el</strong>os, señor, yo c<strong>el</strong>os? —exclamó Fernán con mal reprimido<br />

amor propio—. ¿Quién pudo <strong>de</strong>cir...?<br />

—Nadie, Fernán, nadie; yo solo soy <strong>el</strong> que he creído en<br />

este momento...<br />

—¿Vos solo? Si supiera...

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!