08.05.2013 Views

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>El</strong> <strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong> ... – 367 – Capítulo XXXV<br />

afectado. Miradme bien, miradme —prosiguió acercando la<br />

luz a su semblante.<br />

—¡<strong>El</strong>la, <strong>el</strong>la es! Peransúrez, salvémonos —gritó Hernando<br />

retrocediendo.<br />

—¿Adón<strong>de</strong>? No; ¿adón<strong>de</strong>? Deteneos. Yo saldré también<br />

con vosotros.<br />

—¡Vivís aún, señora! —exclamó Hernando al sentirse <strong>de</strong>tenido<br />

por la víctima—, ¿vivís?<br />

—Vivo, sí, vivo para llorar y pa<strong>de</strong>cer; tocadme aún si lo<br />

dudáis.<br />

—¿Es falsa vuestra muerte? ¿Sois vos, señora?<br />

—¿Mi muerte <strong>de</strong>cís? —preguntó la <strong>de</strong>sdichada—. ¿<strong>El</strong> bárbaro<br />

la ha propalado? ¡Justicia, Señor, misericordia! —añadió<br />

levantando los ojos al ci<strong>el</strong>o—. Por piedad —continuó—,<br />

¿quién sois <strong>el</strong> que tanto os parecéis al montero <strong>de</strong> <strong>don</strong> <strong>Enrique</strong>?<br />

¿Qué os trae a esta prisión?<br />

Hernando, sumido en <strong>el</strong> más profundo letargo, apenas<br />

reconocía <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> aqu<strong>el</strong>la pali<strong>de</strong>z y cadavérico aspecto a la<br />

hermosa que tantas veces había visto triunfante en <strong>el</strong> mundo<br />

<strong>de</strong> lujo y <strong>de</strong> b<strong>el</strong>leza.<br />

—¡Monstruo! —dijo por fin para sí—, ¡monstruo, monstruo<br />

abominable!<br />

—¿Quién sois? Acabad, y ¿qué queréis? —tornó a preguntar<br />

la encerrada—. ¿Venís a prolongar mis males, a remediarlos<br />

por ventura?<br />

—A salvaros, señora —repuso Hernando—. Conocedme,<br />

¡voto va! <strong>El</strong> montero Hernando, señora, os ha <strong>de</strong> sacar <strong>de</strong><br />

esta maleza.<br />

—¿Conque no me había engañado? ¡Ah! Decidme, ¿por<br />

qué f<strong>el</strong>iz azar os veo, y cómo en ese traje?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!