08.05.2013 Views

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>El</strong> <strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong> ... – 284 – Capítulo XXVIII<br />

un viento fuerte, que sólo podría perjudicaros. Venid y sentaos<br />

a mi lado. No es mi carácter, <strong>El</strong>vira, esa fatal reserva<br />

que circunstancias <strong>de</strong>sgraciadas me han hecho usar con vos<br />

<strong>de</strong> algún tiempo a esta parte. <strong>El</strong> corazón <strong>de</strong>l hombre se cansa<br />

<strong>de</strong>l silencio; llega un caso, por fin, en que necesita, como <strong>el</strong><br />

agua oprimida, un <strong>de</strong>sahogo. Me es necesaria, <strong>El</strong>vira, una<br />

larga explicación.<br />

—¡Dios mío! —dijo <strong>El</strong>vira para sí—, ¡en vuestras manos<br />

me encomiendo! —resignada con esta breve oración mental,<br />

sentóse trémula y agitada al lado <strong>de</strong> Hernán, que cogiéndole<br />

una mano y oprimiéndos<strong>el</strong>a cariñosamente, continuó,<br />

clavando tiernamente sus ojos en los <strong>de</strong> <strong>el</strong>la:<br />

—Sí, <strong>El</strong>vira, oídme. Si os creyese una mujer vulgar, una<br />

mujer capaz <strong>de</strong> guardar secretos para vuestro esposo, no os<br />

abriría mi corazón. Pero ¡ah! vos sois víctima también hace ya<br />

tiempo <strong>de</strong> esta fatal reserva que ha h<strong>el</strong>ado nuestra existencia.<br />

Maldición sobre <strong>el</strong> ser impasible y yerto, que cerrado siempre<br />

para sus semejantes, vive sólo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí y sólo para sí. Su<br />

consorte es un vivo, con<strong>de</strong>nado a vivir atado a un cadáver.<br />

—¿Qué <strong>de</strong>cís?<br />

—Sé que <strong>el</strong> <strong>de</strong>stino ha arrojado entre nosotros un ser<br />

<strong>de</strong>sgraciado; sé que una inclinación a que disteis acaso <strong>de</strong>masiado<br />

imperio sobre vuestro corazón...<br />

—¡Hernán Pérez! —exclamó asustada <strong>El</strong>vira.<br />

—Sí, ¿a qué negarlo? Vos amabais a la con<strong>de</strong>sa, más acaso<br />

<strong>de</strong> lo que la misma amistad tiene <strong>de</strong>recho a exigir.<br />

—Cierto que la amé siempre mucho —interrumpió <strong>El</strong>vira<br />

con más serenidad.<br />

—No culpo en vos ese sentimiento, si bien pudiera estar<br />

c<strong>el</strong>oso <strong>de</strong> él. Nace <strong>de</strong> un corazón generoso; pero...

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!