08.05.2013 Views

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>El</strong> <strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong> ... – 224 – Capítulo XXII<br />

enumerar y <strong>de</strong>scribir los golpes que se tiraron y las heridas<br />

que recibieron: nada dicen <strong>de</strong> esto las leyendas. Lo único<br />

que po<strong>de</strong>mos asegurar, como si lo hubiéramos visto, es que a<br />

poco rato <strong>de</strong> encarnizada refriega, se hallaba ya tinto <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o<br />

en más <strong>de</strong> un paraje con la roja sangre <strong>de</strong> los combatientes.<br />

Ni una palabra se oía; ni una exclamación involuntaria que<br />

exhalara alguno al sentirse herido o al conocer que su estocada<br />

había dado en <strong>el</strong> cuerpo <strong>de</strong>l contrario; y <strong>el</strong> aullido <strong>de</strong><br />

algún lobo, que al ruido <strong>de</strong>l hierro huía precipitadamente<br />

todo espantado <strong>de</strong>l sitio <strong>de</strong>l combate, era <strong>el</strong> único rumor que<br />

en gran trecho a la re<strong>don</strong>da se percibía.<br />

De allí a poco, parándose <strong>de</strong> pronto <strong>el</strong> <strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong> y clavando<br />

en tierra la punta <strong>de</strong> su espada:<br />

—Hidalgo —dijo en voz baja—, teneos; ¿no habéis oído<br />

algo?<br />

—Nada —respondió <strong>el</strong> hidalgo, cesando <strong>de</strong> pronto en <strong>el</strong><br />

acometer.<br />

—Imaginé haber oído pies <strong>de</strong> caballos en <strong>el</strong> camino inmediato,<br />

y aun si mi oído no me engaña, pasos <strong>de</strong> alguno<br />

persona entre esos espesos matorrales.<br />

—Alguna fiera que busca su guarida. ¿Estáis cansado?<br />

—De vivir y <strong>de</strong> que me resistáis. Espero que no podré<br />

temer una emboscada ni...<br />

—¿Qué <strong>de</strong>cís? ¿No hemos salido juntos?<br />

—Per<strong>don</strong>ad.<br />

—¿Estáis herido?<br />

—No —contestó Macías con voz que reprimía <strong>el</strong> dolor, tal<br />

vez, <strong>de</strong> los golpes recibidos—. No es vuestra la herida que me<br />

du<strong>el</strong>e.<br />

—Ahora creo yo oír gente —dijo a su vez Fernán—; sintiera<br />

que nos interrumpiesen.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!