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El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

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<strong>El</strong> <strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong> ... – 266 – Capítulo XXVI<br />

—Donc<strong>el</strong>, os he dado cuantas explicaciones puedo daros.<br />

Recapitulad mis palabras y partid. Sólo os añadiré, y ved<br />

que no os hablo más en <strong>el</strong> asunto, que para vencer es fuerza<br />

p<strong>el</strong>ear, por más que muchos que p<strong>el</strong>ean no venzan. Vuestra<br />

const<strong>el</strong>ación es funesta; en vuestra mano está, sin embargo,<br />

vencerla. Confianza y audacia. Adiós.<br />

—¡Confianza y audacia! —salió diciendo Macías—; ¡santo<br />

Dios! ¿Serás mía? ¿Será mía alguna vez? —dos lágrimas,<br />

hijas <strong>de</strong> la terrible emoción y <strong>de</strong> la alegría que henchía su<br />

corazón, surcaron sus encendidas mejillas. Des<strong>de</strong> entonces <strong>el</strong><br />

audaz mancebo revolvió en su cabeza cuantos medios podían<br />

ocurrírs<strong>el</strong>e para tener una entrevista con <strong>El</strong>vira; <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces<br />

no vio más que a <strong>El</strong>vira en <strong>el</strong> mundo, y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces<br />

pudiera haber conocido, quien hubiera leído en su corazón,<br />

que <strong>El</strong>vira o la muerte era la única alternativa que a tan<br />

frenética pasión quedaba.

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