08.05.2013 Views

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>El</strong> <strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong> ... – 212 – Capítulo XXI<br />

—¡No es mía! ¡Mil rayos me confundan! Per<strong>don</strong>ad si mi<br />

dolor... Pero ¿qué veo? Este anillo... ¡Santo Dios! ¡<strong>El</strong>la es!<br />

¡<strong>El</strong>la es! ¿Quién sino <strong>el</strong>la pudiera tener este anillo? Es <strong>el</strong><br />

mismo, le conozco, es <strong>el</strong> mismo.<br />

—¡Impru<strong>de</strong>nte! —exclamó la dama retirando y escondiendo<br />

precipitadamente su mano.<br />

—¡<strong>El</strong>vira!<br />

—¡Silencio!<br />

—Vos sois, vos sois; no me lo ocultéis por más tiempo si<br />

no queréis que muera a vuestros pies.<br />

—Y bien, yo soy —respondió la dama abalanzándose hacia<br />

atrás para poner todo <strong>el</strong> espacio posible entre <strong>el</strong>la y <strong>el</strong><br />

<strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong>—; yo soy, puesto que fuera inútil negároslo por más<br />

tiempo. Y ¿qué queréis? ¿Qué exigís <strong>de</strong> mí?<br />

—¿Qué exijo, señora, qué exijo? —preguntó <strong>el</strong> <strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong> arrebatado<br />

<strong>de</strong> su loco frenesí—. ¿Tengo <strong>de</strong>recho a exigir algo <strong>de</strong><br />

vos?<br />

—Huid, pues, y no turbéis por más tiempo mi tranquilidad.<br />

—¿Vuestra tranquilidad? Y la mía, señora, ¿quién la turbó<br />

sino vos? ¿O no es nada por ventura mi tranquilidad?<br />

—¿Yo?<br />

—¿Quién sino vos emponzoñó mi existencia, antes f<strong>el</strong>iz y<br />

<strong>de</strong>scuidada? ¿Quién sino vos me dijo: Macías, mírame y ama?<br />

—¿Yo?<br />

—Vuestros ojos, vuestros ojos se clavaron cien veces en<br />

los míos y bien claro lo dijeron. ¡Ah! <strong>El</strong>vira, yo he aprendido<br />

bien a mi costa a leer en <strong>el</strong>los.<br />

—Santo Dios, ¿qué <strong>de</strong>cís?<br />

—¿Juzgáis, señora, por ventura, que es lícito mirar a un<br />

hombre y <strong>el</strong>egirle con los ojos entre la multitud para abrasarle<br />

impunemente? ¿Creéis que no vale tanto un hombre

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!