08.05.2013 Views

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

El doncel de don Enrique el Doliente - Djelibeibi

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

<strong>El</strong> <strong><strong>don</strong>c<strong>el</strong></strong> ... – 373 – Capítulo XXXVI<br />

¿Por qué sed nos disteis, si en tósigo luego,<br />

bebido, en <strong>el</strong> pecho, se torna <strong>el</strong> licor?<br />

Contempla, señora, mi acerbo dolor.<br />

¡Ay! torna a mis brazos, ven presto, mi <strong>El</strong>vira;<br />

ingrata, aunque sea, como antes, mentira,<br />

la dicha me vu<strong>el</strong>ve, me vu<strong>el</strong>ve tu amor.<br />

No más a mis ruegos te muestres impía,<br />

oh pérfida hermosa, muy más aún ingrata.<br />

No así al tierno amante, más fino, se trata.<br />

No quepa en tu pecho tan gran<strong>de</strong> falsía.<br />

Dolor no se vu<strong>el</strong>va lo que era alegría.<br />

Mas ¡ay! si en mi pena no alcanzo consu<strong>el</strong>o,<br />

si en vano mis quejas se <strong>el</strong>evan al ci<strong>el</strong>o,<br />

¡llorad, ay, mis ojos, llorad noche y día!<br />

Callaron al llegar aquí los lúgubres acentos <strong>de</strong> la cantin<strong>el</strong>a,<br />

que había arrancado lágrimas <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong> aqu<strong>el</strong>los que<br />

silenciosamente la habían oído.<br />

Seguros <strong>de</strong> que habían llegado al término <strong>de</strong> sus esperanzas,<br />

diéronse prisa a abrir la puerta que les faltaba traspasar,<br />

y en pocos minutos se hallaron al pie <strong>de</strong> la torre. <strong>El</strong> primero<br />

que salió fue <strong>el</strong> terrible alano, <strong>el</strong> cual no bien se halló al aire<br />

libre, cuando comenzó a ladrar dirigiéndose a un objeto que<br />

se hallaba arrimado a la pared.<br />

—¡Bravon<strong>el</strong>! —dijo Hernando—. ¡Bravon<strong>el</strong>! Vamos, silencio.<br />

—¿Quién va? —preguntó con voz ronca <strong>el</strong> centin<strong>el</strong>a, en<strong>de</strong>rezando<br />

su ballesta contra <strong>el</strong> montero, que salió primero a<br />

contener a su perro.<br />

No tuvo lugar <strong>de</strong> preguntar segunda vez <strong>el</strong> centin<strong>el</strong>a.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!