Al Señor don Jorge Atucha

Santos Vega o Los mellizos de la flor : rasgos dramáticos de la vida del gaucho en las campañas y praderas de la República Argentina (1778 a
1808)
Entonces, aquel toruno
ariscón y descornado,
al sentir entre las patas
algún bulto atravesado,
pegó el güey una tendida
que hizo la carreta a un lado,
sacándola de la güella
por donde iba caminando,
y entonces allí una rueda
al picador desdichado
le pasó por medio cuerpo,
y el pecho le hizo pedazos.
Sin sentido, cuasi muerto,
ahí no más quedó el paisano,
de suerte que del castillo
se bajó el amortajado;
y comprendiendo toditas
las circunstancias del caso
dijo: «¿Acá, qué puedo hacer?
Nada más, sino llevarlo,
donde él me llevaba a mí.
Vamos, pues, al campo-santo.»
Pero, no teniendo allí
quien lo ayudase a cargarlo
en la carreta, esperó...
después de haberse sacado
a tirones la mortaja
y haberse sólo quedado
en camisa y calzoncillos.
A ese tiempo, a dos paisanos,
que pasaban por allí,
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