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ENSAYISTAS COSTARRICENSES - Sinabi

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caso, de un abolengo de agricultores para reconocer las ventajas<br />

de la vida que cantó fray Luis sobre el existir angustioso de nuestros<br />

centros urbanos.<br />

Tal vez [se] sepa que mi padre fue un cafetalero de los primeros<br />

y de los más emprendedores de su tiempo, y que cuatro de mis hermanos<br />

han sido fieles a la tradición familiar, habiendo formado uno<br />

de ellos, a costa de largo esfuerzo, una finca modelo en su género, con<br />

un hato de ganado de los mejores del país. Yo, desgraciadamente, hice<br />

lo de Don Quijote, esto es, vendí mi hacienda para comprar libros<br />

e irme de aventura por el mundo. No sabría decir lo mucho que me<br />

arrepiento ahora de tal locura, y pienso que confesando mi error públicamente,<br />

al modo de los penitentes de la Edad Media, tal vez pudiera<br />

evitar a otros el caer en él y hacérmelo así perdonar, ya que no me es<br />

dado volver como el hijo pródigo a la casa paterna y decir: "Padre,<br />

pecado he contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado<br />

tu hijo, ruégote tenerme como a uno de tus jornaleros".<br />

Sin embargo, hay veces que pienso que, después de todo, no soy<br />

tan culpable de mi yerro si se considera las influencias del medio y lo<br />

poco que ayuda nuestra escuela a despertar y desarrollar gusto por la<br />

agricultura y por destruir el concepto pueril que existe respecto a las<br />

carreras profesionales consideradas superiores y de más viso que aquélla,<br />

concepto que heredamos de la vieja España donde el atraso y la rutina<br />

en las labores del campo llevaban a pensar que para ejecutarlas no se<br />

necesitaban sesos ni hacía falta saber nada, y era por tanto el hijo tardo<br />

el que se quedaba atendiendo la heredad mientras el despierto iba a<br />

graduarse de médico, abogado o cura. Allá, como entre nosotros, el<br />

agricultor de pocas luces que había podido a fuerza de privaciones<br />

allegar algún dinero, era el más ansioso de evitarle a su hijo esas experiencias<br />

y de encaminarlo hacia los colegios de leyes o de medicina. Por<br />

mucho que haya cambiado el criterio de la gente en la apreciación de<br />

estas cosas, el prejuicio persiste todavía, aun sin darnos mucha cuenta<br />

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