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BIOETICA Y PSIQUIATRIA

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BIOÉTICA Y PSIQUIATRÍA. LOURDES MENDIBURU.<br />

CAPITULO 2 ÉL DIAGNOSTICO PSIQUIATRICO COMO<br />

PROBLEMA ETICO<br />

INTRODUCCIÓN<br />

Los problemas éticos relacionados con el diagnóstico psiquiátrico son inseparables de<br />

los conflictos éticos generados por la propia concepción de la enfermedad mental, en cuanto a<br />

sus límites y características específicas. El diagnóstico en psiquiatría, como en otras<br />

especialidades médicas, es el soporte y fundamento de partida del "acto psiquiátrico" y por<br />

tanto indica la intervención psiquiátrica, delimita el grupo de sujetos susceptibles de actuación<br />

psiquiátrica y señala los métodos de tratamiento susceptibles de uso. (1)<br />

Ciertamente, el problema ético del diagnóstico, radica en que interviene la voluntad<br />

humana en su realización, y, por tanto, surge el peligro de "mal uso" o de "abuso" del<br />

diagnostico, es decir, una mala aplicación consciente de categorías diagnósticas a quienes no<br />

les corresponden, con el consiguiente riesgo de sufrir los efectos perjudiciales del diagnóstico:<br />

la pérdida de la libertad personal y el sometimiento a ambientes y tratamiento psiquiátricos<br />

perniciosos; la posibilidad de quedar "etiquetado" para toda la vida; o una serie de desventajas<br />

sociales y legales (desde la declaración de incapacidad civil, hasta, en circunstancias extremas<br />

como en la época nazi, la muerte). (1, 2)<br />

Hemos hablado de diagnósticos erróneos. Estos se pueden originar a través de dos vías,<br />

fundamentalmente:<br />

1. de forma intencionada: el psiquiatra aplica un diagnostico psiquiátrico convencional a<br />

quien no está afecto de enfermedad, con fines no médicos, por ejemplo, la presión de una<br />

familia que pretende hospitalizar a un miembro problemático o la presión de autoridades<br />

políticas que desean ingresar a un disidente molesto (como veremos posteriormente, esto se<br />

ha dado de hecho); a demanda del propio individuo: un diagnóstico que conlleve la<br />

hospitalización puede protegerle de un destino más desfavorable, como la cárcel en el caso de<br />

un delincuente; la mujer que desea abortar sin estar enferma mental, etc. En ambos casos de<br />

diagnostico erróneo, se produce un daño: en el primer caso, para la persona, en el segundo,<br />

para la integridad de la profesión.<br />

2. de forma no intencionada. Estos son más sutiles e insidiosos (en los anteriores estaba<br />

claro que son contrarios a la ética) y resultan más difíciles de identificar y suprimir. En el<br />

proceso diagnóstico influyen necesidades, presiones y compromisos no médicos que llegan a<br />

la conciencia del psiquiatra sólo parcialmente. El hecho de que los psiquiatras, por<br />

comodidad, se permitan funcionar como si no tuvieran ninguna conciencia de este hecho, o<br />

eludan la responsabilidad de fortalecerla, concede a este tipo de diagnóstico erróneo un<br />

enorme interés ético.<br />

Estos diagnósticos erróneos no intencionados, son diferentes de las equivocaciones en el<br />

diagnóstico, que pueden ser resultado de un proceso en el cual, por carecer de información<br />

adecuada sobre el paciente o sobre de la enfermedad o por falta de la preparación pertinente,<br />

el psiquiatra diagnostica indebidamente a un paciente que debería ser catalogado de otro<br />

modo. En la mayoría de los diagnósticos erróneos no intencionados se pueden identificar tres<br />

orígenes, básicamente, que desarrollamos a continuación.<br />

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