BIOETICA Y PSIQUIATRIA
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BIOÉTICA Y PSIQUIATRÍA. LOURDES MENDIBURU.<br />
los fármacos sobre la mente, la conducta ó el ánimo, la medicina extrajo una ingente<br />
información sobre aspectos neuroanatómicos, neurofisiológicos y neropsicológicos, que<br />
contribuyeron (y contribuyen hoy en día) a acercarnos al conocimiento de las propias<br />
enfermedades que se tratan, así como al desarrollo de nuevas sustancias que van superando<br />
los inconvenientes o efectos indeseables de las anteriores, depurando de esta manera, nuevos<br />
instrumentos terapéuticos. Pese a esto, la psiquiatría no tardó mucho en comprender que esas<br />
herramientas eran útiles, pero no eran herramientas curativas definitivas.<br />
Hoy día, la psicofarmacología, con contadas excepciones, se constituye en una<br />
disciplina científica que, aun acercándose al mecanismo de acción de los fármacos, desconoce<br />
su actuación íntima, (como desconocemos la etiología íntima de la inmensa mayoría de las<br />
enfermedades psiquiátricas). Esto implica necesariamente un uso sintomático del fármaco,<br />
siendo excepcional un uso curativo.<br />
Por otro lado, la psicofarmacología se ocupa de un grupo de fármacos con una “delicada<br />
misión”: actuar sobre el Sistema Nervioso Central para curar o aliviar trastornos, influyendo<br />
en aspectos tan intrínsecos al funcionamiento del ser humano como actividad mental,<br />
conducta ó afectos.<br />
Ello no obvia el hecho de que los nuevos fármacos que se incorporan al uso clínico<br />
vienen, cada vez más, avalados por múltiples estudios de campo que dan cuenta de forma<br />
exhaustiva de sus características, eficacia, efectos secundarios, etc., lo que permite un uso<br />
cada vez más racional y razonado.<br />
Todo lo antes dicho, conlleva que, en torno a la psicofarmacología se produzcan<br />
múltiples conflictos éticos, que podríamos a su vez agrupar en tres ámbitos:<br />
a) ámbito de la indicación<br />
b) ámbito del propio psicofármaco o de la prescripción<br />
c) ámbito relativo al propio paciente, o de la elección.<br />
Siendo el psiquiatra prescriptor el enlace entre estos tres ámbitos.<br />
A) Conflictos éticos derivados de la indicación<br />
En este ámbito los conflictos éticos hacen referencia a las siguientes cuestiones:<br />
¿cuándo tratar? o, en definitiva, ¿cuándo administrar psicofármacos?. Ello enlaza<br />
directamente con el tema de: cuál es el límite de la enfermedad mental, y, por tanto, el límite<br />
del tratamiento, y, por otro lado, el concepto del balance riesgo/beneficio.<br />
A.1 Los límites del tratamiento<br />
No hay duda acerca de la indicación de los psicofármacos en lo que constituye el núcleo<br />
de las enfermedades mentales, conjunto de trastornos que agrupan las psicosis<br />
esquizofrénicas, los trastornos afectivos y otros síndromes psiquiátricos mayores en los que<br />
estudios contrastados demuestran una marcada eficacia de los psicofármacos. Es lo que<br />
podríamos considerar indicación clínica probada.<br />
Pero si entramos en un conjunto de síndromes considerados “menores” o sobre los que<br />
estudios de campo señalan una eficacia más dudosa o bien por considerarse “adaptativos” o<br />
claramente relacionados con factores de orden principalmente psicológico, nos situamos en lo<br />
que podríamos considerar una indicación psicofarmacológica de apoyo, con menor sustento<br />
científico, aunque con importante demanda sintomática del paciente (por ejemplo el “estrés<br />
laboral”, fronterizo en ocasiones con la “neurosis de renta”).<br />
Este segundo campo linda, sin solución de continuidad, con un tercero, en el que<br />
síntomas y signos psicológicos, propios del “malestar de la vida cotidiana” (y que –sin duda-<br />
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