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BIOETICA Y PSIQUIATRIA

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BIOÉTICA Y PSIQUIATRÍA. LOURDES MENDIBURU.<br />

quirúrgicos no tiene por qué ser necesariamente humanitario, y, de hecho, aún no se ha<br />

demostrado que sea útil. En definitiva no está del todo claro que esta revisión de las<br />

clasificaciones haya mejorado la suerte de las personas afectadas.<br />

El diagnóstico como exclusión y deshumanización<br />

En este caso, el diagnóstico hace a esas personas diferentes, les marca, les excluye de<br />

nuestro grupo y les deshumaniza, definiendo su situación como inferior a la nuestra, y, por<br />

tanto, menos humana.<br />

Hay múltiples ejemplos a lo largo de la historia del siglo XX: Stalin lo llevó a cabo a<br />

escala nacional para predisponer a su pueblo contra quienes no estaban de acuerdo con él.<br />

Stalin comprendió que una población recelosa y asediada contemplaría a una persona<br />

catalogada como “enemigo del pueblo” como un intruso peligroso que debía ser excluido de<br />

la sociedad soviética, y, por tanto, alguien que podía y debía ser encarcelado, fusilado o<br />

silenciado de cualquier otra manera. En la Primera Guerra Mundial ambos bandos se<br />

esforzaron en trasformar a los otros en objetivos cuya muerte ni siquiera era trágica, sino casi<br />

algo merecido. En la Segunda Guerra Mundial, los nazis llevaron esta estrategia hasta el<br />

límite, utilizando la catalogación para trasformar a varios grupos, sobre todo a los judíos, en<br />

“parásitos” cuyo exterminio sería una bendición. Llevado al extremo, los “locos”,<br />

“dementes”, requieren ser excluidos de la sociedad, y no sólo se requiere, sino que se debe<br />

recluirles. Cuando no intervienen el respeto ni el afecto, el diagnóstico puede permitir<br />

ingresos forzosos, en el caso de personas con posible enfermedad mental que exhiben<br />

comportamientos molestos y socialmente inadmisibles.<br />

Diagnóstico como medio de descrédito y castigo<br />

Una función especialmente destructiva del diagnóstico, es su capacidad de desacreditar<br />

a una persona, al atribuir sus puntos de vista, su política y sus acciones ó conclusiones a una<br />

mente enferma: es el diagnóstico como arma. Los ejemplos son múltiples: en Oriente Medio,<br />

el Sha de Persia, antes de su derrocamiento, calificaba al coronel libio Gadafi de “individuo<br />

loco”. El presidente egipcio Anwar-el-Sadat consideraba al ayatollah Jomeini del Irán un<br />

“lunático”.<br />

En Israel la oposición laborista tenía una opinión similar respecto al primer ministro<br />

Begin, mientras que, en la orilla occidental Ali Jabari, alcalde palestino de Hebrón emprendía<br />

una campaña para encerrar en manicomios a los líderes de la OLP. En 1919, en la antigua<br />

URSS, Lenin calificó al poeta Maximo Gorki como “enfermo mental, con los nervios<br />

quebrados”. En 1977, la prensa soviética, criticó al físico disidente Andrei Sajarov por su<br />

“individualismo patológico”. etc.<br />

Dentro de la psiquiatría el diagnóstico es claramente un arma y por ejemplo, la CIA,<br />

tenía entre sus expectativas, administrar LSD a quienes deseaba trasformar en locos, ó más<br />

exactamente, a quienes deseaba que otros diagnosticaran como tales. Bajo la influencia de la<br />

droga estos enemigos de EEUU parecerían psicóticos, con el previsible resultado de que sus<br />

partidarios, llegados a esta conclusión, los rechazarían o destituirían.<br />

Pero lo más escandaloso en cuanto al uso de la psiquiatría para desacreditar, y para<br />

intimidar y castigar, ha sido la Unión Soviética en su último cuarto de siglo de su existencia,<br />

como hemos visto previamente. En esos 25 años, varios centenares de disidentes fueron<br />

arrestados por delitos políticos, remitidos a psiquiatras, etiquetados de enfermos mentales y<br />

sometidos a estancias forzosas en hospitales psiquiátricos penitenciarios. De ellos, un grupo<br />

estaba realmente enfermo, y otro casi con toda seguridad no (algunos diagnósticos eran<br />

claramente erróneos intencionados, claros abusos psiquiátricos; y otros, erróneos no<br />

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