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BIOETICA Y PSIQUIATRIA

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BIOÉTICA Y PSIQUIATRÍA. LOURDES MENDIBURU.<br />

activismo ideológico antiinstitucional, en otros por criterios economicistas (es obvio que los<br />

sistemas manicomiales que albergaban a miles de ciudadanos que pasivamente recibían<br />

ayuda, eran caros). En todo caso, se dieron experiencias criticables desde el punto de vista del<br />

criterio de beneficencia, pues no siempre los medios empleados eran correctos o suficientes<br />

para dar apoyo al paciente al alta o facilitar su reinserción.<br />

Pero también es cierto que muchas veces se han exagerado, sobre todo desde ciertos<br />

medios sociales claramente retrógrados, los errores del proceso de desinstitucionalización. Al<br />

menos en nuestro medio, las experiencias no han sido tan bruscas y no se ha dado por lo<br />

general un salvaje “sacar a los locos a la calle dejándoles a su suerte”. El error más grave que<br />

se puede cometer en los procesos de desinstitucionalización podría ser de nuevo (al igual que<br />

se crearon las primeras instituciones), el “hacer el bien al otro pero sin la opinión del otro”.<br />

Todos los programas de rehabilitación requieren, como premisa previa, su adecuación a los<br />

deseos del paciente y a sus necesidades realmente sentidas considerando todas las<br />

circunstancias (clínicas, sociales, familiares, etc.) del paciente, y siempre respetando en la<br />

mayor medida posible la autonomía del sujeto para decidir sobre su persona. De otro modo se<br />

podría caer de nuevo en una “beneficencia dura” al someter a la persona enferma a un proceso<br />

que por su premura o sus modos no ha podido ser “digerido” suficientemente. Habría que<br />

considerar que no para todos los pacientes internados la mejor solución (por más considerada<br />

hacia su persona) es la salida de la institución si esta opción no ha sido mínimamente deseada.<br />

Evidentemente, será un deber de los profesionales trabajar con los conflictos y tendencias<br />

regresivas que pueden llevar a alguien a no desear vivir en la libertad del exterior, pero<br />

teniendo mucho cuidado de no forzar este proceso.<br />

Se presenta un conflicto respecto al grado de beneficencia de un proceso de<br />

desinstitucionalización que no asegure unas mínimas condiciones de atención en el exterior.<br />

Los planes realmente exitosos de desinstitucionalización han sido aquéllos en los que ha<br />

primado la continuidad de cuidados y los pacientes han encontrado a su salida de la<br />

institución psiquiátrica un lugar donde vivir y un lugar donde ser atendidos, un medio social<br />

en el que desenvolverse y unos recursos humanos y técnicos que permitiesen la atención<br />

psiquiátrica que su condición psipatológica precisase. (1).<br />

En este contexto, viene al caso señalar la colaboración de la familia del paciente mental<br />

y de la sociedad. Hemos hablado en otros capítulos de la participación del paciente en los<br />

procesos de tratamiento; pero en algunos casos no es posible esta responsabilización del<br />

paciente en su tratamiento. Será entonces el momento de una intervención más amplia de la<br />

familia y de las instituciones sociales adecuadas al caso. Aquí hay implicaciones éticas que no<br />

debemos soslayar. Las familias no pueden asumir (en general) toda la carga del paciente. Su<br />

participación en el cuidado exige aportes institucionales por razones de justicia y<br />

beneficencia. Diversos estudios han demostrado la carga que supone para las familias el<br />

cuidado de un paciente psiquiátrico grave, concretamente del esquizofrénico (Fadden, 1987).<br />

Esta carga puede ser en ocasiones muy importante y afectar al bienestar de los propios<br />

familiares encargados de su atención, ya que, muchas veces estas familias implicadas tienen<br />

una vida sin descanso, sin respiro.<br />

Aunque no existe una estimación definitiva del número de familiares implicados en el<br />

cuidado de los esquizofrénicos adultos, en un estudio realizado por Castilla y col. en la<br />

provincia de Valladolid (España) en 1998, aproximadamente el 90% de los pacientes en<br />

tratamiento ambulatorio y diagnosticados de esquizofrenia crónica, viven en el medio<br />

familiar. Por lo que hemos visto, tras la desinstitucionalización y la filosofía comunitaria de<br />

los cuidados en salud mental, la mayoría de los pacientes viven en su medio socio familiar,<br />

por lo que el contacto del paciente con la familia suele ser frecuente ó permanente. Siendo así,<br />

parece lógico que sé de una gran importancia a las dificultades de las familias de los pacientes<br />

en su intento de adaptarse y manejar la estresante situación del cuidado de pacientes<br />

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