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BIOETICA Y PSIQUIATRIA

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BIOÉTICA Y PSIQUIATRÍA. LOURDES MENDIBURU.<br />

coordinación entre estructuras los que impiden que los pacientes se beneficien de las<br />

actividades de reinserción. Por otra parte, dentro de los hospitales psiquiátricos son necesarios<br />

servicios o unidades de rehabilitación con técnicas apropiadas que impidan el deterioro del<br />

paciente. Y aquí también los recursos suelen ser limitados.<br />

En otro orden de cosas, la carencia de recursos económicos, sociales o de alojamiento,<br />

que impiden finalizar el programa de rehabilitación y resocialización supone una<br />

discriminación negativa para los pacientes afectados por esta situación. De hecho, la atención<br />

al paciente mental crónico ha motivado quejas al Defensor del Pueblo, el cual, en su informe<br />

de 1993 señaló que estos pacientes “precisan dispositivos de rehabilitación que den respuesta<br />

a situaciones que superan al tratamiento a disponer en una unidad de hospitalización de corta<br />

estancia”. En nuestro país, el paciente, en general desea participar en el tratamiento, las<br />

asociaciones de familiares de enfermos mentales insisten en la rehabilitación, pero ¿quiénes<br />

deben aportar medios y decidir el tipo de estructuras más convenientes?. Con frecuencia, este<br />

problema asistencial tiende a considerarse solamente desde sus aspectos técnicos, o políticos,<br />

sin caer en la cuenta de que es un problema de conciencia moral, cuya consideración debería<br />

conducir a una participación más decidida, más eficaz y más centrada en las necesidades de<br />

los pacientes y sus familias.<br />

También nos podemos plantear un problema de ética de la gestión de recursos a este<br />

nivel. Así Fernández-Chavero realiza una reflexión ética a propósito de un caso: señala que<br />

los gastos sanitarios aumentan más deprisa que la riqueza total del país, siendo preciso<br />

transferir financiación de otros sectores al de la sanidad, es decir el crecimiento en un sector<br />

será a costa de reducir en otro y es aquí en donde debemos situar nuestro punto de partida en<br />

la reflexión, basándonos en un principio de justicia que contemple o bien “a cada uno según<br />

sus necesidades” o según “el mayor bien para el mayor número de personas”.<br />

Si nos quedamos en el primero enunciado, y refiriéndose a un caso clínico concreto que<br />

publican, el enfermo ha tenido todas sus necesidades básicas cubiertas y debemos seguir<br />

cubriendo, pero la pregunta que surge es: hasta dónde podemos ó debemos hacerlo, sabiendo<br />

que hay más demanda que oferta. El autor cree que no se puede dar atención hasta el infinito<br />

por la escasez de recursos y por tanto debemos preguntarnos por los límites. Los autores<br />

piensan que no deben ser ni el paciente ni el profesional sanitario los encargados de fijar los<br />

límites. Debe ser la sociedad, mediante sus representantes quienes pongan los límites de<br />

atención. No parece que el criterio de “a cada uno según sus necesidades” pueda mantenerse<br />

durante mucho tiempo, porque dejaría de cubrirse parte de lo necesario de ese campo (de<br />

donde se ha trasvasado a Sanidad) que puede ser una necesidad más básica a cubrir.<br />

Pasando al criterio utilitarista de “generar el mayor bien para el mayor número de<br />

personas”, es posible desde el punto de vista económico, pero se puede caer en la injusticia de<br />

dejar de atender a alguien en detrimento de otro. Este autor se plantea las siguientes<br />

cuestiones: ¿hasta cuándo un sujeto se puede estar beneficiando de una plaza en un recurso<br />

escaso y con largas listas de espera? ¿desde dónde se seguirá el trabajo desarrollado por el<br />

propio sujeto en estos meses? ¿quién debe hacerlo?. Si no se pudiese continuar el trabajo del<br />

sujeto, ¿estaría justificada su continuidad en el Centro de Rehabilitación? ¿qué es preferible,<br />

dar la oportunidad a nuevas personas aun a costa de un posible abandono del sujeto?. El autor<br />

concluye señalando que la solución pasa por una redistribución de lo que ya existe, y la<br />

creación, en la medida de las posibilidades económicas del país, de nuevos recursos.<br />

Pasando al ámbito de la Autonomía, éste es uno de los más conflictivos en el campo de<br />

la rehabilitación. A veces se puede considerar que el paciente crónico, por su deterioro es<br />

incapaz de ser rehabilitable. Para ello, es necesario proceder a la evaluación de la competencia<br />

para cada situación concreta y proceder a decisiones de sustitución en caso de competencia<br />

disminuida. Todo paciente competente puede y debe participar en el diseño del plan<br />

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