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Polanyi,_Karl_-_La_gran_transformacion

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<strong>Karl</strong> <strong>Polanyi</strong> 432<br />

los de Bentham, en su proyecto legislativo, asignaban a la reforma de las<br />

leyes de pobres, y creía realmente que lo que se cuestionaba era el peso de<br />

los impuestos locales en la industria. Historiadores del pensamiento<br />

económico de la talla de Schumpeter o Mitchell analizaron los conceptos de<br />

los economistas clásicos sin hacer referencia a la situación originada por<br />

Speenhamland.<br />

<strong>La</strong> Revolución industrial se convirtió en un objeto de la historia económica<br />

a partir de las conferencias de Arnold Toynbee (1881). Para Toyn-bee<br />

el socialismo tory fue el responsable de Speenhamland y de «su principio de<br />

la protección del pobre por el rico». Por esta época, William Cunningham<br />

se interesó por este mismo proceso, que, como por encanto, adquirió vida;<br />

pero era sólo una voz que hablaba en el desierto. Cuando Mantoux (1907),<br />

que pudo beneficiarse de la obra maestra de Cunningham (1881), se refiere<br />

a Speenhamland, lo hace simplemente para tratar de «otra reforma» o «de<br />

algo curioso», y le atribuye el efecto de «arrojar a los pobres al mercado de<br />

trabajo» (The Industrial Revolution in the Eighteen Century, p. 438). Beer,<br />

cuya obra es un monumento en honor a los inicios del socialismo inglés,<br />

apenas hace referencia a las leyes de pobres.<br />

Fue preciso esperar a que los Hammond (1991) tuviesen la visión de una<br />

civilización nueva introducida por la Revolución industrial para que se<br />

redescubriese Speenhamland. Para ellos este sistema forma parte, no tanto<br />

de la historia económica, cuanto de la historia social. Los Webb (1927)<br />

continuaron este trabajo y plantearon la cuestión de las condiciones<br />

políticas y económicas previas a Speenhamland, conscientes de que así<br />

trataban la génesis de los problemas sociales de nuestro propio tiempo.<br />

J. H. Clapharn intentó realizar un informe contra lo que podría denominarse<br />

la forma institucional de abordar la historia económica, representada<br />

por Engels, Marx, Toynbee, Cunningham, Mantoux y, más<br />

recientemente, los Hammond. Se negó a tratar el sistema de Speenhamland<br />

como institución y lo estudió pura y simplemente como un rasgo<br />

característico de la «organización agraria» del país (vol. I, cap. 4). Dicha<br />

perspectiva resulta, como mínimo, insuficiente, puesto que es precisamente<br />

la extensión de ese sistema a las ciudades lo que supuso su quiebra.<br />

Además, separa completamente el efecto de Speenhamland sobre los<br />

impuestos locales de la cuestión de los salarios y se refiere a esta última con<br />

el título de «Actividades económicas del Estado». De nuevo su<br />

aproximación resulta artificial, al no considerar la economía de Speenhamland<br />

desde el punto de vista de la clase patronal que se beneficiaba de<br />

los bajos salarios tanto o más de lo que perdía con los impuestos. Pero<br />

Clapham respeta totalmente los hechos, lo que compensa su tratamiento<br />

erróneo de la institución. Y es el primero que muestra el efecto decisivo de<br />

las «enclosures de guerra» en la región en la que se introdujo el sistema de<br />

Speenhamland, así como el nivel real de caída de los salarios producidos<br />

por este sistema.<br />

Los partidarios de la economía liberal fueron los que pusieron de manifiesto<br />

de forma permanente la total incompatibilidad existente entre<br />

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