LA HERMANDAD DE LA BUENA SUERTE - Wikiblues.net
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Abdulá gruñó aquiescencia y gratitud, mostrando dientecitos de conejo. Fatuo<br />
pagano explotador de viudas, eres tú precisamente quien está a punto de llegar a la<br />
meta final. Yo me encargo de eso, descuida. De nada va a servirte la vanagloria de la<br />
pompa y la riqueza. Cuando golpea el puño de Alá, no hay escudo mundano que<br />
pueda proteger al infiel.<br />
-¿Sabe, Susana? Prácticamente nunca concedo entrevistas. Jamás, créame, no<br />
me interesa la publicidad, más bien la aborrezco. En realidad, soy un epicúreo. Y no<br />
hace falta que le recuerde la recomendación de Epicuro: lathe biósas, vive oculto. O<br />
sea, disfruta cuanto puedas pero a cubierto. Me lo doy por dicho, ése es mi lema. De<br />
modo que quizá usted se pregunte por qué he aceptado este reportaje... -Pausa<br />
sugerente. Susana le miró con cándido interés fingido, pestañeando admirablemente<br />
un par de veces-. Por supuesto, no puedo decirle que el motivo haya sido conocerla.<br />
No me creería y con razón, porque ayer no era cierto ni verosímil... aunque hoy ya lo<br />
sea. No, me he prestado a esta entrevista porque su periódico ha asumido el<br />
compromiso de que las preguntas sólo versarán sobre temas hípicos. Y en esta<br />
materia tengo pocos secretos, al contrario. ¡Me gusta hablar de caballos! De modo<br />
que estoy a su disposición, Susana.<br />
Antes de que la reportera pudiese decir palabra, el Sultán pidió prórroga con<br />
el gesto convencional de ambas manos cruzadas y tomó los prismáticos para<br />
examinar a los participantes de la primera carrera, que en ese momento salían a la<br />
pista. Desde su elevado observatorio se los veía pequeños y manejables, portátiles<br />
casi. A Susana le pareció imposible atribuirles cualquier virtud o defecto, ni siquiera<br />
características notables salvo en lo tocante a los distintos colores que portaban.<br />
-Ahí está el favorito, el ocho. A mí, francamente, sigue sin gustarme. Siempre<br />
está cerca, pero nunca delante...<br />
-Entonces, ¿a cuál le ha jugado usted?<br />
-¿Jugar? -El Sultán la miró con una sonrisa paternal y lasciva-. Yo no apuesto,<br />
Susana. Estoy del otro lado, compréndalo. Si apostase sería como un chef que de<br />
pronto abandona la cocina y se sienta a una mesa del restaurante para pedir el menú<br />
del día.<br />
-Pero... ¿corre algún caballo suyo en esta carrera?<br />
-Concretamente en ésta, pues no. Es poca cosa, la verdad. Corro a Kambises, en<br />
la cuarta, la más importante de la tarde. Luego le contaré. Pero yo soy criador y<br />
propietario siempre, aunque en muchas pruebas no participe. No vengo al<br />
hipódromo a ver qué pasa sino a ver qué logro... y a calibrar mis posibles<br />
adversarios. -Hizo un amable gesto de excusa-. ¡Perdóneme, me estoy poniendo<br />
enfático! Comprenda, se trata de mi gran pasión. Acepte este rollo con paciencia,<br />
como si fuera la lección primera... Pero este curso será corto, muy corto. Y yo voy a<br />
sentirlo mucho, porque luego usted se marchará.<br />
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