LA HERMANDAD DE LA BUENA SUERTE - Wikiblues.net
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-Bueno, tú no hace falta.<br />
-De modo que has sido tú quien los ha avisado de nuestra llegada -resolvió el<br />
Profesor, constatando por fin lo evidente-. Eres de los suyos. Debí sospechar algo<br />
cuando me hiciste entrar en aquella carbonera para que me liquidara el cíclope.<br />
¡Buen amigo estás hecho!<br />
-Yo nunca he sido tu amigo -puntualizó el Comandante-. Me das bastante<br />
asco. Pero debo reconocer que te las arreglaste bien aquella noche... y desarmado.<br />
Aunque supongo que todo fue más bien cuestión de suerte.<br />
El Príncipe le miró largamente, como si le viese por primera vez. Con una voz<br />
átona, igual que si repitiera un viejo verso memorizado tiempo atrás, estableció:<br />
-Fuiste tú quien mató a mi padre.<br />
-¡Yo, naturalmente! Nadie más podría haberlo hecho. Sólo confiaba en mí.<br />
-Entonces... ¿por qué?<br />
-En primer lugar, por dinero -enumeró el Comandante en tono pedagógico-.<br />
Por mucho dinero. El Sultán paga muy bien este tipo de servicios, mientras que el<br />
Rey se había vuelto un poco tacaño en los últimos tiempos. No pasaba una buena<br />
racha. Pero el dinero no fue todo, ¿eh? ¡Nanay! Se trataba de algo entre nosotros,<br />
algo que no entenderéis los... los civiles. Yo le admiraba, le admiraba más que a<br />
nadie. Era un auténtico guerrero, impecable. ¡Ar...! Pero yo sabía que era tan bueno<br />
como él. Ni más ni menos. Y sólo había un modo de probarlo.<br />
-Le traicionaste...<br />
-¡Psche! Técnicamente, quizá sí. ¡Cuidado! Le di todas las oportunidades. Lo<br />
de la emboscada lo inventé luego; en realidad, estuvimos solos él y yo. Tenía su<br />
pistola y fue cara a cara. ¡Sin ventajas ni trampas! -Se quedó un momento pensativo,<br />
y luego siguió en un murmullo-: Salvo la sorpresa. No se lo esperaba. De mí, nunca<br />
se lo esperó.<br />
-¿Y el honor, maldita sea? -rugió el Doctor, fuera de sí como nunca nadie le<br />
había visto antes-. ¿Dónde queda el honor?<br />
-Venga, doc, que no somos niños -comentó displicente el Comandante-. Soy<br />
un militar, aunque de fortuna, mercenario. Entiendo de estas cosas más que tú. Y sé<br />
muy bien que el honor es la victoria. Vencer o morir, lo demás son cuentos.<br />
-¡Qué vergüenza! -masculló el otro-. Y qué vergüenza que ni siquiera te<br />
avergüences...<br />
Los hombres de Tizón recogieron las armas depuestas, sin dejar de<br />
encañonarlos con las propias. Y el jefe parecía tener cierta prisa en despachar cuanto<br />
antes a su cómplice, el Comandante.<br />
-Bueno, Comandante, ya puedes irte. Nosotros nos encargamos ahora de<br />
todo. Te aconsejo que bajes por la carretera, irás con mayor comodidad y rapidez...<br />
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