LA HERMANDAD DE LA BUENA SUERTE - Wikiblues.net
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Más corto de lo que tú te crees, revolvió en su magín Abdulá. Mucho más<br />
corto. Pero serás tú quien se vaya, aunque ni lo sospeches. Y sucederá antes, mucho<br />
antes de lo que piensas. Mientras colocaba un aparatoso objetivo en su Canon y se<br />
desplazaba por el palco, como buscando el mejor ángulo para las primeras tomas,<br />
Abdulá se palmeó secretamente el pecho -más o menos a la altura del esternón- para<br />
comprobar que allí seguía lista y a su alcance el arma que iba a utilizar. Era un arma<br />
o, mejor dicho, un Arma que no podía fallar y cuya potencia letal resultaba a priori<br />
imprevisible. Abdulá se estremeció levemente de placer, de expectación y de terror.<br />
-Lo que quisiera averiguar, señor Basilikos -comenzó Susana, tras instalar dos<br />
grabadoras en un asiento vacío junto al que ocupaba el Sultán y comprobar que<br />
funcionaban-, es lo que significan para usted los caballos de carreras. ¿Qué<br />
satisfacción, qué orgullo obtiene de ellos? ¿Le resultan a fin de cuentas rentables?<br />
-Comenzaré por su última pregunta, Susana. -El Sultán se mostraba<br />
verdaderamente regocijado-. Mire, yo tengo muchos negocios. Créame, muchísimos<br />
y muy variados. Incluso me atrevo a decir que más de los que la gente supone...<br />
¡aunque hay tantas fábulas corriendo por ahí sobre mi humilde persona! Pues bien,<br />
todos son buenos negocios, provechosos, y todos me producen ganancias... salvo los<br />
caballos. De ahí vienen casi todas las pérdidas de mi balanza de pagos. Mis caballos<br />
ganan mucho pero gastan mucho más. Imagínese, la mitad de la isla Leonera es mía<br />
y la compré para ellos: para criarlos, para entrenarlos. Carísimo, un auténtico<br />
despilfarro. Aunque ganasen siempre, lo cual es imposible, todavía perdería dinero<br />
con ellos. Pero ya ve, estoy más contento perdiendo dinero así que ganándolo con<br />
cualquier otra inversión. Le confiaré mi secreto: como lo que me importa es disfrutar,<br />
mi único mal negocio resulta ser a fin de cuentas el mejor negocio de todos.<br />
-¿Tanto se divierte usted... aquí? -La joven hizo un gesto algo displicente que<br />
abarcaba la pista, los animales que trotaban por ella a lo lejos y el gentío de figuritas<br />
apresuradas que hacían cola allá abajo, en las taquillas de apuestas.<br />
El Sultán la miró con burlona fijeza. Tenía ojos brillantes y oscuros, científicos,<br />
instrumentos de precisión para calibrar cuánto, cómo y quién.<br />
-Cambiemos un momento los papeles, señorita. Déjeme hacerle una pregunta.<br />
¿Suele usted venir con frecuencia al hipódromo?<br />
-Creo que he estado dos o tres veces en mi vida, acompañando a algunos<br />
amigos.<br />
-Y ¿se ha divertido mucho?<br />
-Pues no, muy poco... casi nada -confesó Susana-. Me parece un espectáculo<br />
bastante aburrido. ¡Las carreras duran poquísimo y hay que esperar una eternidad<br />
entre una y otra!<br />
-Claro, claro... -Basilikos palmoteó como celebrando una respuesta acertada a<br />
una cuestión dificilísima-. Pero ¿qué me dice usted de la intensidad? ¿Acaso no<br />
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