LA HERMANDAD DE LA BUENA SUERTE - Wikiblues.net
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aparcamiento y probablemente menesterosa de ayuda. De modo que recuperé mis<br />
gafas, afortunadamente incólumes, y me precipité en su busca.<br />
Yacía en el suelo, a medias recostado contra una columna, apretándose el<br />
vientre con las manos, que se le iban empapando de sangre. No hacían falta muchos<br />
más conocimientos médicos de los pocos que yo tengo para comprender que el<br />
navajazo había sido tremendo y que el pronóstico de la herida no podía ser peor. Lo<br />
que agravaba aún más la situación es que con una herida en el abdomen se puede<br />
durar mucho, nada de esperar un desenlace rápido y piadoso. Tenía para largo: una<br />
promesa de tortura, si un analgésico potente no llegaba a tiempo. Me acuclillé junto<br />
a él y no sé por qué le puse la mano en la frente sudorosa, como se hace para calmar<br />
a un niño enfermo.<br />
-Tranquilo, amigo, aguante un poco. Voy a pedir ayuda ahora mismo.<br />
Pero allí dentro mi móvil no tenía cobertura, de modo que tuve que correr<br />
hasta la puerta y salir al hueco de la escalera. Desde allí sí se podía hablar. Llamé a la<br />
policía, expliqué brevemente lo ocurrido y solicité que vinieran con una ambulancia.<br />
Tuve ocasión de exasperarme primero con la reticencia plácida del funcionario y<br />
luego con su meticulosidad al recabar mis datos, la dirección del aparcamiento, etc.<br />
Por fin pude volver junto al herido. Le encontré no ya blanco sino ceniciento,<br />
empapado en sudor helado y con los ojos cerrados. La sangre iba formando un<br />
charco en el suelo, que tuve buen cuidado de no pisar. De nuevo me agaché junto a<br />
él, le interpelé suavemente. Se quejaba en voz baja, como si refunfuñase, pero<br />
después abrió los ojos y me miró.<br />
-¿Cómo se encuentra?<br />
-¿A usted qué le parece? ¡Fatal, coño! ¡De puta pena! Y ese hijo de la gran puta<br />
se ha llevado mi cartera, con todo... con lo de esta noche.<br />
-Ya he avisado a la policía. Traerán una ambulancia. En seguida estarán aquí.<br />
Cerró otra vez los ojos, respiró con fuerza, después hizo una mueca de dolor.<br />
Volvió a mirarme.<br />
-A usted le he visto yo. Estaba con los de la Hermandad, ¿no? ¡Menudos<br />
imbéciles!<br />
-En efecto, en efecto, lo mismo pienso yo. Los he conocido esta misma noche,<br />
pero me han causado una pobre impresión. Muy pobre. Están obsesionados con<br />
usted...<br />
-¿Ah, sí? ¡Vaya, hombre! Ya lo sabía. Hasta me han puesto un mote ridículo...<br />
-Farfulló tacos y gimió un poco.<br />
-Creen que todo lo que gana usted a la ruleta se debe a que es un hijo<br />
predilecto de la buena suerte o algo así. No saben lo de su método, claro.<br />
-¿Mi método? ¿De qué coño habla usted?<br />
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