LA HERMANDAD DE LA BUENA SUERTE - Wikiblues.net
LA HERMANDAD DE LA BUENA SUERTE - Wikiblues.net
LA HERMANDAD DE LA BUENA SUERTE - Wikiblues.net
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Que no, Lucía, que no tienes derecho a hacerme ningún reproche, ni siquiera a<br />
mirarme con desaprobación, como si yo pudiese decirte una cosa por otra. Sabes que<br />
ése nunca fue mi estilo, ni antes de... ni tampoco ahora, faltaría más. Si te digo que<br />
sólo tomé un whisky y medio es porque eso fue lo que bebí, ni más ni menos. Y no<br />
fumé ni un mísero cigarrillo, mucho menos un puro. Hace bastantes meses que no<br />
compro puros ni acepto los que me ofrecen, a pesar de que ya sabes cuánto me<br />
gustan. En lo que toca al alcohol, me resulta aún más fácil moderarme, porque nunca<br />
he sido demasiado aficionado: me molestan todas las formas de delirio, incluso ese<br />
delirio portátil que es la embriaguez. De modo que queda dicho y te pido muy<br />
seriamente que no te pongas escéptica sólo para hacerme rabiar, que ya nos<br />
conocemos: bebí poco, no fumé nada. Y punto.<br />
¡Ah, que me estoy volviendo virtuoso! Ya veo la guasa que te traes... ¡anda,<br />
menuda eres, nunca voy a conseguir que me tomes en serio! A ver, ¿cuándo he sido<br />
yo vicioso, es decir, vicioso de verdad, vicioso grave? ¡No, eso no era ningún vicio y<br />
mucho menos entre marido y mujer! Lo que pasa es que tú habías corrido muy poco<br />
mundo cuando... cuando aún estabas en el mundo, corazón mío. Y todo te<br />
escandalizaba en ese terreno, aunque tuvieras una manga mucho más ancha que yo<br />
en casi todo lo demás. La mentira, por ejemplo. Nunca he conocido a nadie que<br />
mintiese con mayor aplomo que tú, y mentiras bien gordas. «Sin mentiras no se<br />
puede vivir o se vive mucho peor», me decías, tan tranquila. Y cuando yo te<br />
confesaba que la mentira siempre me ha dado no sólo asco sino también miedo, que<br />
sólo he recurrido a ella en las ocasiones de mayor apremio, como quien toma un<br />
asqueroso purgante o se hace estallar un grano lleno de pus con las uñas para acabar<br />
de una vez con el absceso... entonces me tomabas gentilmente el pelo. «¡Ay, mi<br />
científico, mi sabio riguroso e insobornable siempre en busca de la verdad!<br />
¡Pobrecito, lo que le espera!» ¿Habrase visto impertinencia semejante? Y ahora<br />
cuánto la echo de menos...<br />
Pues no, so lista: ni la virtud ni la moralina tienen nada que ver con lo<br />
morigerado de mis hábitos. Aunque te lo tomes a broma, se trata de ciencia, pura<br />
ciencia y simple lógica aplicada, nada más. ¡Venga, ya te puedes reír todo lo que te<br />
apetezca! En estas cuestiones higiénicas tengo una teoría básica, que paso a<br />
explicarte aunque te tapes los oídos para no escucharme o la boca para no romper en<br />
carcajadas. Cuando me empeño en algo, ya me conoces. Pues bien, la cosa va así: yo<br />
creo que hasta los treinta años, más o menos, los humanos somos capaces de vivir a<br />
nuestro aire porque la naturaleza cuida de nosotros. El niño puede saltar, trepar o<br />
meterse en agua helada para experimentar qué se siente, el adolescente y el joven<br />
pueden comer basura, emborracharse, tomar todo tipo de sustancias nocivas, bailar<br />
hasta la extenuación en cuchitriles mal ventilados o pasarse las noches sin dormir: da<br />
igual, la naturaleza nos tiene a su cargo, repara los daños, minimiza los riesgos. Por<br />
supuesto, de vez en cuando ocurren accidentes, un niño se electrocuta al meter los<br />
dedos en el enchufe o un veinteañero se estrella yendo en moto a demasiada<br />
67