LA HERMANDAD DE LA BUENA SUERTE - Wikiblues.net
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despedirse. Por fin pudo estrecharle la mano -no percibiría que la suya estaba<br />
sudorosa, gracias a los guantes- y le vio regresar al coche y alejarse por fin. Ahora<br />
podría volver a casa, tomar el analgésico, recostarse en el sofá, cerrar los ojos. A<br />
esperar. Un mes todavía, un mes nada más, no era pedir mucho. Por favor, treinta<br />
días, un puto y simple mes. Tampoco se le podía pedir más a Johnny. Porque es<br />
inútil pedir, suplicar frente a lo irremediable. ¡Qué claro está todo cuando ya no hay<br />
nada que hacer!<br />
En el patio de la cuadra, Espíritu Gentil agradeció el agua tibia con que le<br />
limpiaban el sudor y las fricciones lenitivas de alcohol a lo largo de las patas. Una<br />
sensación voluptuosa, sin duda, uno de los placeres de la vida. Luego seguramente<br />
le vendarían de nuevo las extremidades y le dejarían solo, para que pudiera estirarse<br />
a gusto y tomar su avena. Espíritu Gentil recordaba perfectamente la rutina, los<br />
caballos tienen muy buena memoria. Por un momento, con leve desazón, echó de<br />
menos a Wallace, cuya cercanía le resultaba habitualmente relajante. Puede que<br />
viniera luego... El caballo estornudó un par de veces, después defecó en abundancia.<br />
Sus grandes ojos oscuros, en ese momento plácido sin asomo alguno de fiereza,<br />
miraban por encima de las cabezas de los mozos que le atendían. Otro estornudo.<br />
Con la mano derecha dio dos golpecitos impacientes en el suelo. Parecía<br />
preguntarse: bueno y ahora... ¿qué me toca?<br />
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