LA HERMANDAD DE LA BUENA SUERTE - Wikiblues.net
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-Su primer y más famoso golpe de buena suerte data de cuando tenía cinco<br />
añitos. La familia decidió trasladarse a Estados Unidos y tomaron plaza para la<br />
travesía en el Titanic. Pero a la hora de embarcar en el barco fatídico, el niño se<br />
perdió por el puerto y no hubo manera de encontrarle, a pesar de los esfuerzos<br />
desesperados de sus parientes. Apareció justo después de que fuera definitivamente<br />
retirada la pasarela, cuando el transatlántico ya zarpaba. A partir de ahí se<br />
multiplican los incidentes afortunados. Como entiendo muy poco de carreras, me<br />
cuesta repetir los que Kinane nos contó pormenorizadamente, pero entre ellos se<br />
incluían lluvias providenciales que ablandaban la pista cuando él montaba un<br />
caballo que la prefería así, retiradas de última hora de sus adversarios más<br />
peligrosos y hasta una caída en plena recta final del ji<strong>net</strong>e que le disputaba el triunfo.<br />
En otra ocasión fue él quien estuvo a punto de caer bajo las patas de los caballos,<br />
cuando luchaba entre otros varios durante un final apretado: providencialmente, el<br />
ji<strong>net</strong>e que estaba a su derecha le sostuvo por un brazo y el que iba a su izquierda por<br />
el otro, permitiéndole equilibrarse de nuevo en la silla. Longden les agradeció<br />
brevemente el favor, volvió a empujar a su montura y ganó por medio cuerpo la<br />
carrera. También recuerdo ahora otra anécdota que me resultó divertida. En cierta<br />
ocasión se encontraba examinando un potro de un año que le interesaba en una<br />
subasta y cuando bajó la vista para leer sus datos en el catálogo el animal coceó<br />
violentamente con las dos patas traseras y le voló el sombrero de la cabeza. Si no<br />
llega a inclinarse tan providencialmente, le machaca el cráneo. ¿Qué les parece? Je,<br />
je.<br />
En ese preciso instante se produjo una pequeña marejada. Entre murmullos o<br />
francos parabienes, el denominado Narciso Bello cruzaba la sala principal con las<br />
manos llenas de fichas de todos los tamaños y colores, rumbo a la caja. Al entrar en<br />
el ángulo de visión de Gaudy le lanzó una mirada irónica y le hizo una breve<br />
inclinación de saludo, a la que el liliputiense respondió con una florida zalema. Y al<br />
momento siguiente llegó a la mesa el Comandante, para rendir su informe. Estaba<br />
tan congestionadamente confuso que había olvidado por un momento todo su<br />
abundante repertorio musical. Quiso hablarle al oído al Príncipe, pero éste le ordenó<br />
que lo hiciera en voz alta para todos los contertulios.<br />
-Ese tipo, joder, un auténtico prodigio. ¡Zas, zas, y gana sin parar! Apuesta de<br />
golpe, casi ni mira dónde pone las fichas, cada vez más... rojo, negro, falta, pasa...<br />
catapún... y se lo lleva todo... ¡paf! -La onomatopeya era la figura retórica favorita,<br />
quizá demasiado favorita, del Comandante-. Al comienzo, no se le notaba nada<br />
especial. Pss... perdía unas veces y ganaba otras, tanteando, como todo el mundo.<br />
Pero de pronto empezó a ganar. Y a ganar. ¡Y a ganar, uf! Ya no volvió a perder ni<br />
una sola puta apuesta. Si sigue un poco más, yo creo que los despluma. Hasta los<br />
obliga a cerrar el local. ¡Así, en un pispás! Pero ha preferido retirarse con los<br />
beneficios y marcharse poniendo cara de bueno. Les ha perdonado la vida, seguro...<br />
¡Será jodido el cabrón!<br />
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