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Descargar Revista Completa - Revista Fuentes Humanísticas - UAM

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MIRADA CRÍTICAA esta piadosa mujer le parecía inauditoque sus campesinos tuvieran automóviles,pues lo consideraba un lujo que era privilegiode los de su clase; ¡y que ademásle pidieran rebaja! También fracasaronlos representantes de la colonia que ibaprogresando y con ello la necesidad decontar con una iglesia propia; les pareciólógico que la benefactora de tantos templosno negaría uno a la localidad quelleva su nombre. Lo hizo y los despidiócon un interrogante: “¿No les parece quehice bastante con darle mi nombre a unpueblo tan chico?” (p. 127)¡Ah, qué doña Adelia! Por otro lado, eslarga la lista de sus dadivosas aportacionesa parroquias, hospitales, asilos, ademásde las proporcionadas al Obispado,al Seminario Diocesano y a las Damas Vicentinas.Ayudó, entre otros, para la construcciónde los Ángeles Custodios, refugiode empleadas y escuela doméstica;dotó de terreno y mobiliario a la Iglesiade los Sagrados Corazones y de cinco milhectáreas con todo lo plantado en ellas,a la escuela salesiana San Ambrosio. Unaextensa lista de su actuación y donacionesfigura al final del libro.Dejó de viajar a Europa y se consagró“a sacarse de encima la pesada mochilade su fortuna”. (p. 156) Se levantaba al albay ponía en movimiento a todo el mundo,particularmente a sus tres secretarias. Serodeó de ingenieros, arquitectos, constructoresy albañiles, para que llevaran a cabolas obras que financiaba. Como se señalaal inicio, el Vaticano premió la inconmensurablelabor de esa filántropa tenaz apoyadapor la fortuna heredada y mantenidapor ella, así como por sus fieles y eficacesmayordomos y demás personal a su servicio.El título de Marquesa Pontifica queel papa Pío XI le otorgó en 1930 fue unestímulo para trabajar sin descanso, comoella acostumbraba, con el fin de convocaral Congreso Eucarístico Internacional quese celebró en 1934 en Buenos Aires.En “Té para dos”, capítulo 22, se anotauna incongruencia por parte de las dosconcurrentes: Eva Duarte de Perón y AdeliaMaría Harilaos de Olmos. Es arto conocidala diferencia abismal que hubo entrela esposa del presidente Juan DomingoPerón y las encumbradas damas porteñas,particularmente con las integrantesde la Sociedad de Beneficencia de la queen su momento Adelia María fuera presidenta.Las aristócratas no aceptaban elorigen ni la profesión de artista de la jovenencumbrada por su relación con Perón,por su parte, Eva, entendía que las necesidadesde los pobres debían resolversede muy distinta manera.Aquí, Dillon nos presenta una perlaobtenida de labios de Ramón Lencina,el fiel ayudante de Adelia y mayordomode la residencia porteña, quien relatóemocionado el “esperado encuentro”, enel verano de 1948, entre su patrona ya de82 años y la pareja presidencial, ya que élpersonalmente atendió la pequeña mesadonde las dos mujeres compartirían el té,mientras Perón y otros invitados lo hacíanen mesas aparte, en una de las salas delpalacio de la avenida Alvear. Se saludaronde beso en la mejilla yAdelia casi en un susurro le dijo a Eva:“Al natural, usted es más bonita que enlas fotos”. Se había roto el hielo y pasarona tratar los temas que importaban: Evaperseguía el marquesado y la anciana “entono amable y distendido” argumentó sobresu juventud y la enormidad de lasdádivas que fueron necesarias para lograrel título, además, de la “perseveranciay las devociones que, estaba segura, laFUENTES HUMANÍSTICAS 39 MIRADA CRÍTICA 139

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