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Descargar Revista Completa - Revista Fuentes Humanísticas - UAM

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PATRICIO HERRERA GONZÁLEZEl golpe militar de 1973 quebró el cursode la historia chilena y además elde su historiografía. Los anhelos de cambioestructural en la sociedad civil y laauspiciosa investigación histórica vieronabruptamente cercenados sus camposde acción. “Historiar en dictadura, 1973-1990”, es la tercera etapa que el autorconsidera como una experiencia de signoambivalente. Si bien el quehacer disciplinariose vio fuertemente impactado porla arremetida represiva y refundacional,de allí mismo surgieron respuestas complejasy dinamizadoras” (Pinto: 87).Por un lado, la imposición del régimenmilitar durante 17 años reactivó el paradigmanacionalista-conservador, encabezado,esta vez, por Mario Góngora yGonzalo Vial. Pero, por otro, sirvió parapotenciar la historiografía estructuralistaque durante estos años vio acrecentar lasfiguras de Sergio Villalobos y Armandode Ramón, no tan solo como destacadoshistoriadores sino como fuertes opositoresa la dictadura. A ellos se sumaría, promediandola década de 1980, la propuestamás fructífera del siglo XX, a juicio delautor, la “Nueva historia social” lideradapor Gabriel Salazar, quien en la transiciónpolítica desplegaría a plenitud sugran proyecto de investigación sobre el“bajo pueblo” y la “violencia política”ejercida por el “patriciado” contra lasformas alternativas de construir “sociedadcivil” y “gobernabilidad” en Chile,durante los siglos XIX y XX.A partir de 1990, recuperados plenamentelos espacios para investigación,reflexión, debate académico y difusión delas ideas, la historiografía chilena dio inicioa una cuarta etapa identificada porJulio Pinto como “La batalla de la memoria,1990-2002”. Durante estos años, el quehacerhistoriográfico en Chile no pudosustraerse de la atomización que ha caracterizadoa los estudios históricos a nivelinternacional. El género, las ideas, lacultura, la alteridad, el poder, la sociabilidad,la microhistoria, la vida privada y cotidiana,el multiculturalismo, la globalización,han sido –aun hoy– los objetos deestudio primordiales en estos últimos 25años por un centenar de entusiastas historiadores,en su gran mayoría adscritos ala “Nueva historia social”; otros tantos allegado de los estructuralistas. Sin embargo,Chile ha visto en los estudios históricostambién una necesidad de fijar susrecuerdos, de impedir la imposición políticadel olvido y “dar vuelta a la hoja”sobre el pasado reciente.En este sentido, Gabriel Salazar, AlfredoJocelyn-Holt y Gonzalo Vial representanpara Pinto las tres grandes vertientesque han prevalecido en el escenario dela historia académica. Salazar y Jocelyn-Holt, aun con perspectivas opuestas, enlo político e histórico, han coincidido en lanecesidad de avanzar en la recuperaciónde la historia reciente de Chile, mientrasque Gonzalo Vial, último bastión de lahistoriografía nacionalista-conservadoraha abogado –y lo sigue haciendo– poredulcorar el régimen militar y su obrapolítica. No es un problema su visión,sino los alcances que ésta tiene, puessu perspectiva histórica, desde mediadosde los años 1980, ha circulado a travésde los textos escolares, y desde 1990sus columnas y fascículos de historia enmedios de prensa de alcance nacional locatapultaron como el historiador oficialde la dictadura.La obra termina con un contraste entrelas historiografías chilena y mexicana,elaborada por María Luna Argudín. La144 FUENTES HUMANÍSTICAS 39 MIRADA CRÍTICA

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