Casanare: exhumando el genocidiouna imagen construida como proyección <strong>de</strong> losseñoríos históricos, engendrados por los sistemas<strong>de</strong> dominación.Pero aún más: no nos contentamos con remitir ala justicia divina los casos que en nuestra historiavan quedando en la impunidad, para que esajusticia divina se aplique en un “más allá” <strong>de</strong> lahistoria. Estamos convencidos <strong>de</strong> que Dios ejerceesa justicia ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> aquí, en nuestra mismahistoria. Por eso nuestras plegarias más concretasy frecuentes le pi<strong>de</strong>n a Dios que supla lo que noquieren hacer nuestros jueces terrenos: que hagaresplan<strong>de</strong>cer la verdad <strong>de</strong> los hechos; que castiguea los culpables y que repare los daños que fueroncausados a las víctimas. Y cuando nuestros juecescorruptos eventualmente emiten algún fallo justo,vemos actuar allí a la “justicia divina” en forma <strong>de</strong>suplencia <strong>de</strong> la justicia humana. Pero entonces vaquedando una pregunta cada vez más gran<strong>de</strong> queva empañando la “justicia divina”: ¿Por qué Dios noactúa en los otros casos? ¿Por qué no se compa<strong>de</strong>ce<strong>de</strong> tantos otros millones <strong>de</strong> víctimas que fueron<strong>de</strong>strozadas por la violencia <strong>de</strong> los po<strong>de</strong>res que nosdominan, y <strong>de</strong> forma tan cruel y <strong>de</strong>spiadada? ¿Nohay allí, en esas preferencias y privilegios, nuevasinjusticias que ahora hay que atribuir a Dios? ¿UnDios que le hace justicia a unos y a otros no, pue<strong>de</strong>ser acaso un Dios justo?Cada religión ha construido su imagen <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>s<strong>de</strong>experiencias históricas específicas. El Cristianismoconstruyó su imagen <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la experienciahistórica <strong>de</strong> Jesús <strong>de</strong> Nazaret, alguien que no fuecontaminado por las i<strong>de</strong>ologías <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r sino quefue más bien una víctima <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r. Sus discípulos<strong>de</strong>finieron su i<strong>de</strong>ntidad divina justamente <strong>de</strong>s<strong>de</strong>la cruz, o sea <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su experiencia más radical <strong>de</strong>confrontación con el po<strong>de</strong>r: la experiencia <strong>de</strong> ser<strong>de</strong>struido, aniquilado por el po<strong>de</strong>r: crucificado,torturado, ejecutado.Y ¿qué pensaba Jesús <strong>de</strong> la justicia? Quizás unepisodio <strong>de</strong>l Evangelio nos ayuda a compren<strong>de</strong>r loque Jesús pensaba <strong>de</strong> la justicia humana y también<strong>de</strong> la divina. En el capítulo 18 <strong>de</strong>l Evangelio <strong>de</strong> SanLucas, Jesús propone la parábola <strong>de</strong>l juez malvadoy la viuda insistente. Ese juez no creía en Dios ni leimportaban los sufrimientos <strong>de</strong> los seres humanos,pero sí le molestaba la insistencia <strong>de</strong> la viuda quepedía justicia. Sólo por la molestia que la causabanlas visitas diarias <strong>de</strong> la viuda y por su <strong>de</strong>sespero porquitársela <strong>de</strong> encima, al fin le hizo justicia. Jesúscomenta enseguida que la justicia divina se realizará<strong>de</strong> todas maneras y con prontitud, pero tratándose<strong>de</strong> relaciones entre seres humanos, o como dice eltexto: “llegando, pues, un hijo <strong>de</strong> hombre”, o sea,un hijo <strong>de</strong> un fulano cualquiera [un ser humanocomún y corriente que se pone toga para administrarjusticia], lo fundamental es que se enfrente con unaFE como la que ha tenido esa pobre viuda y que seexpresa en la convicción <strong>de</strong> que las cosas pue<strong>de</strong>ncambiar si nos proponemos cambiarlas, así sea congran<strong>de</strong>s esfuerzos y fracasos.El texto muestra que para Jesús la “justicia divina”era algo completamente distinto <strong>de</strong> la justiciahumana pero que sin embargo se cumple sinque sepamos cómo. También muestra el textoque la FE, para Jesús, consiste en esa conviccióncomprometida <strong>de</strong> que todo pue<strong>de</strong> cambiar si nosproponemos cambiarlo; <strong>de</strong> que el ser humano no<strong>de</strong>be resignarse a lo que se le impone, contra larectitud que él percibe en el fondo <strong>de</strong> su conciencia.Así lo manifiesta Jesús en el mismo Evangelio <strong>de</strong>Lucas, con otra comparación:(17,6): “si uste<strong>de</strong>stuvieran un poquito <strong>de</strong> fe, al menos tan pequeñacomo un granito <strong>de</strong> mostaza, podrían <strong>de</strong>cirle a eseárbol: arráncate <strong>de</strong> ahí y échate al mar, y el árbolobe<strong>de</strong>cería”. Un símbolo para <strong>de</strong>cir que la fe es esafuerza que hace que lo imposible se haga posible.Para hacernos una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la “justicia divina”,tenemos en primer lugar que abandonar la imagen<strong>de</strong> Dios que fue construida con los materiales <strong>de</strong> lossistemas históricos <strong>de</strong> dominación: hay que <strong>de</strong>spojarla imagen <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong> los atributos que tomamosprestados <strong>de</strong> la imagen <strong>de</strong> los emperadores, <strong>de</strong>los reyes, <strong>de</strong> los patronos, <strong>de</strong> los jerarcas, <strong>de</strong> losempresarios, <strong>de</strong> los gobernantes, <strong>de</strong> los jueces. SanPablo, en la Carta a los Romanos (Rom.1, 19-23;2, 14-16) nos recuerda que a Dios llegamos pordos caminos fundamentales: la creación, que noslleva a proyectar las energías <strong>de</strong>l universo en unaenergía original, y las profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> nuestraconciencia, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrimos los i<strong>de</strong>ales máspuros <strong>de</strong> humanidad como un reflejo <strong>de</strong> la energíadivina que nos puso en movimiento. Pero estoscaminos no nos llevan a un Dios “patrón”, reflejo<strong>de</strong> los “patronos” humanos, sino a un Misterio quenos envuelve y nos seduce, don<strong>de</strong> se escon<strong>de</strong>n lasabiduría y el amor. No vemos ese Misterio (poreso es ‘Misterio’) ni po<strong>de</strong>mos manipularlo, peropo<strong>de</strong>mos acce<strong>de</strong>r a él y dialogar con él a través <strong>de</strong>valores y símbolos que reflejan lo más profundo yhermoso <strong>de</strong> la creación y <strong>de</strong> nuestra conciencia, y enesa medida hacen sentir y disfrutar su presencia.¿Se parecerá en algo la justicia divina a la justiciahumana? Cuando un psicólogo, o un sociólogo, oun antropólogo, o un médico, o un filósofo, o unhistoriador, analizan un crimen y nos muestran,apenas como en un <strong>de</strong>stello, la cantidad <strong>de</strong> fuerzasque se entrecruzan y condicionan la conducta164
humana para producir el crimen, compren<strong>de</strong>mosque una justicia que tomara en cuenta todas esasfuerzas e hilos y condicionamientos, estaría a añosluz <strong>de</strong> lo que nosotros llamamos ‘justicia’. Por eso,imaginar la justicia divina implica sumergirse en lasprofundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la sabiduría y <strong>de</strong>l amor, <strong>de</strong> lo cualestamos ordinariamente <strong>de</strong>masiado lejos. Y por esotambién, proyectar en la imagen <strong>de</strong> Dios la imagen<strong>de</strong> nuestros jueces terrenales y en su justicia lasreglas <strong>de</strong> nuestra justicia, es el mejor entrenamientopara llegar a ser ateos.Si el mismo Jesús entendió la FE como esaconvicción <strong>de</strong> que las cosas pue<strong>de</strong>n cambiar si nosproponemos cambiarlas, o como la convicción <strong>de</strong>que lo imposible pue<strong>de</strong> ser posible (volver a Lc.17,6), los primeros cristianos o seguidores <strong>de</strong> Jesúsentendieron la FE como la audacia <strong>de</strong> afirmar laVida don<strong>de</strong> reinó la Muerte y como la osadía <strong>de</strong>afirmar la presencia <strong>de</strong> Dios allí don<strong>de</strong> todoslos po<strong>de</strong>res y autorida<strong>de</strong>s terrenas la negaron y lasiguen negando: en la muerte <strong>de</strong> un subversivo,como lo fue Jesús. La fe en la resurrección <strong>de</strong> Jesúsexpresó simbólicamente la convicción <strong>de</strong> que laenergía original <strong>de</strong>l universo, o la fuente primordial<strong>de</strong> la Vida, estaba casada con el rechazo <strong>de</strong> Jesúsal mundo discriminatorio, excluyente, insolidario yautoritario que los manipuladores <strong>de</strong>l Dios-<strong>de</strong>-la-Ley habían construido y que coherentemente lollevaron a la cruz.Imaginar, entonces, una ‘justicia divina’ tocadapor la fe cristiana, implica, como primera medida,subvertir los valores que ordinariamente inspiran anuestros jueces terrenales: agradar a los po<strong>de</strong>rosos;obe<strong>de</strong>cer a los patronos o dueños <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r; adulara los que pue<strong>de</strong>n recompensar con dinero, po<strong>de</strong>ry fama; castigar a los que critican el régimen <strong>de</strong>injusticia excluyente e insolidario; impedir queprosperen movimientos que busquen cambios ytransformaciones sociales que favorezcan a losexcluidos; atemorizar a los que critican y buscanalternativas <strong>de</strong> vida.Sólo así enten<strong>de</strong>mos que la oración y los ritualesreligiosos hubieran sido espacios y fuerzas <strong>de</strong>resistencia para nuestras víctimas <strong>de</strong>l Casanare. Abrirmuchas páginas <strong>de</strong> la Biblia y <strong>de</strong> los Evangelios;entrar en las profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la conciencia, enmomentos <strong>de</strong> oración y meditación, para buscar allísen<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> acceso a la energía original <strong>de</strong>l universoy <strong>de</strong> la vida, o proyectar el signo <strong>de</strong> la Cruz y <strong>de</strong>la Tumba Vacía <strong>de</strong> Jesús sobre las tumbas realeso imaginadas <strong>de</strong> sus seres queridos masacrados o<strong>de</strong>saparecidos, todo eso equivalía a abrir boquetes<strong>de</strong> respiro en las celdas oscuras y asfixiantes <strong>de</strong>barbarie impune en que los encerraron.A veces la plegaria fue la única voz <strong>de</strong> protesta y<strong>de</strong> esperanza, porque en ella se podía afirmar ycantar que los señores <strong>de</strong> la historia, <strong>de</strong> la vida y<strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho [<strong>de</strong> la rectitud], no eran los malvados,sino los que habían sufrido, como Jesús, y siguensufriendo, sus atrocida<strong>de</strong>s.Respirar en la fe, a través <strong>de</strong> oraciones yrituales religiosos, significó para nuestras familiasvictimizadas <strong>de</strong>scubrir la Vida en las profundida<strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Muerte; compren<strong>de</strong>r que los vencidos: aquellosque fueron injustamente encarcelados y torturados,<strong>de</strong>saparecidos y ejecutados, <strong>de</strong>scuartizados eincinerados, humillados y <strong>de</strong>spojados <strong>de</strong> todos susbienes y dignidad, arrojados <strong>de</strong>snudos en basurerosy fosas anónimas, se transformaban <strong>de</strong> vencidos envencedores, una vez que sus cuerpos <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> servulnerables al dolor y que sus almas se aferraron ala ‘justicia que no falla’, que emana directamente <strong>de</strong>las fuentes <strong>de</strong> la Vida, <strong>de</strong> la Sabiduría y <strong>de</strong>l Amor:los valores espirituales que valen por sí mismos y nopor el éxito histórico que le concedan las autorida<strong>de</strong>sterrenas, o por la fuerza bruta o armada con quepodamos <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlos.Respirar el aire <strong>de</strong> la fe <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las prisiones <strong>de</strong>terror en que se vio encerrada la población <strong>de</strong>base <strong>de</strong>l Casanare, equivalía a <strong>de</strong>cir NO, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lasprofundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l espíritu, a los chantajes <strong>de</strong> losvictimarios, quienes ofrecían cambiar supervivenciapor esclavitu<strong>de</strong>s, amenazando con hacer sufrir loscuerpos hasta que se vieran obligados a soltar lasalmas que no se sometieran a sus yugos, creyendoingenuamente que así aniquilaban cuerpos yalmas.Respirar en la fe, en esos campos asolados porla muerte y regados con petróleo y sangre enamalgama, ha significado retomar la tozu<strong>de</strong>z <strong>de</strong> lapobre viuda <strong>de</strong>l Evangelio, para transformar paso apaso la corrupta justicia que nos envuelve, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los<strong>de</strong>stellos que la justicia divina nos inspira en la Cruz<strong>de</strong> Jesús, la cual <strong>de</strong>slegitima todos los tribunales,todos los códigos y todas las teologías en que seatrincheran la insolidaridad y la barbarie humanabuscando alguna legitimación, complicidad otolerancia.Javier Giraldo, S. J.Cinep • Cospacc165
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