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Tres Bandas 38
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DESCUBRIENDO A ANTONIO<br />
CASTELLOTE: UN NOVELISTA<br />
TUROLENSE EN LAS AULAS<br />
Roberto Polo Gutiérrez, Pedro M. Moreno Pérez<br />
IES Salvador Victoria. Monreal del Campo (Teruel).<br />
En estos tiempos de protestas, debates,<br />
reformas e informes que insisten en señalar<br />
una y otra vez las múltiples carencias de<br />
nuestro sistema educativo, es difícil ponerse<br />
de acuerdo a la hora de señalar cuáles son las<br />
causas de éstas y todavía más complicado es<br />
coincidir en las medidas que deberían<br />
adoptarse para superarlas.<br />
Sin duda, trabajar los proyectos, la inteligencia<br />
emocional, o el trabajo cooperativo son, para<br />
algunos, el horizonte hacia el que debemos<br />
encaminarnos. Sin embargo, una de las pocas<br />
premisas en la que no sería difícil encontrar un<br />
acuerdo general es que mejorar la formación<br />
de nuestros alumnos pasa<br />
necesariamente por desarrollar, fomentar y<br />
consolidar su hábito lector.<br />
Como profesores de Lengua Castellana y<br />
Literatura no podemos olvidar la importante<br />
responsabilidad que impartir nuestra materia<br />
conlleva. Es desalentador encontrarnos ,año<br />
tras año, con alumnos que llegan a 4º de ESO<br />
y que nunca han leído un libro entero (como<br />
cualquier profesor del siglo XXI sabe, no hay<br />
control de lectura que se resista a un repaso<br />
de última hora del oportuno resumen de la obra<br />
en "El rincón del vago" o cualquier otra página<br />
web de las que abrotoñan en el panorama<br />
digital), o lo que casi es peor, con alumnos que<br />
nunca han encontrado un libro que les gustara<br />
y taladran ufanos nuestros oídos con el cruel<br />
soniquete de "a mí no me gusta leer".<br />
Por ello, la selección de las lecturas<br />
obligatorias es una tarea esencial en nuestra<br />
labor como profesores de Lengua, y<br />
seguramente una de las más complicadas a la<br />
que nos enfrentamos al preparar la<br />
programación cada inicio de curso. En un<br />
mundo ideal deberíamos tender hacia el plan<br />
de lectura personalizado: conocer tan<br />
profundamente a nuestros alumnos como para<br />
ser capaces de ofrecerles de manera<br />
individual una obra que encaje con precisión<br />
milimétrica con sus gustos y aptitudes; pero<br />
eso, como hemos dicho, sería en un mundo<br />
ideal.<br />
Una de las situaciones más gratificantes de<br />
esta profesión es ser el artífice de que un<br />
alumno, por fin, se tope con un libro que le<br />
guste, o mejor aún que le entusiasme, es decir,<br />
con una obra capaz no sólo de hacerle olvidar<br />
el carácter impuesto de su lectura, sino<br />
también de desvelarle, quizás por vez primera,<br />
el placer gratuito de la literatura. Si<br />
conseguimos esto, ya hemos logrado mucho,<br />
porque ese alumno tal vez ya nunca vuelva a<br />
repetir esas seis palabras –“a mí no me gusta<br />
leer”- cuya insistente repetición puede<br />
provocar un colapso mental en cualquier<br />
profesor de Lengua; y quién sabe, si tiene la<br />
suerte de encadenar tres lecturas más de su<br />
agrado, es posible que hayamos convertido a<br />
un descreído.<br />
Por eso es todo un descubrimiento<br />
encontrarse con un novelista capaz de<br />
despertar el interés de nuestros alumnos con<br />
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