bandas

componentes tóxicos empleados en la
fabricación de productos en países en vías de
desarrollo; Beatriz Santos, desde Inglés y,
Cristina Cacho, desde Francés, leyeron textos
sobre el tema en los respectivos idiomas; en
Cultura Clásica, con Diego Laínez, se
reflexionó sobre la esclavitud antigua y
moderna y sobre las migraciones; en Religión,
José María Simón, habló de la Doctrina Social
de la Iglesia; Roberto Polo, desde Lengua
trabajó la preparación de los personajes
integrantes del debate, dentro de cada rol
(expresión, puesta en escena, vestuario, etc.);
en Ámbito Sociolingüístico y Científico-
Tecnológico, Carmen Layunta y Pedro
Delicado, trabajaron similares contenidos a los
vistos en las materias ordinarias que integran
los ámbitos; y finalmente, desde Educación
para la Ciudadanía, trabajamos el consumismo.
Después de elegir y asignar los temas,
quedaba lo más difícil, que era la organización
del debate. En principio no nos poníamos de
acuerdo para escoger entre los diferentes tipos
de debates que existen, pero finalmente
optamos por la que creímos que era la mejor
opción: hacer un debate en cada grupo (y no
los dos juntos como se había planteado en un
principio) con el fin de organizarlo mejor por ser
menos numeroso y por trabajar en cada clase
de manera individualizada. De modo que, en
lugar de realizar un sólo debate, serían dos, con
temas diferentes pero los dos referentes a la
globalización y a la lectura del libro. La
estructura era la siguiente: dividir a cada clase
en cinco o seis grupos, cada uno de los cuales
debía asumir un rol para debatir con el resto y
un alumno elegido por el profesorado
representaría el rol de moderador. Pero ¿cómo
seleccionar a los alumnos para cada grupo y
para el papel de moderador de manera
adecuada? Decidimos entonces que los
debates realizados en clase de Educación para
la Ciudadanía nos servirían de referente a la
hora de realizar dicha selección. Y así fue,
varios compañeros asistieron a mis clases de
debate, observamos al alumnado y,
posteriormente, seleccionamos a los
moderadores de cada clase y a los integrantes
de cada rol de manera adecuada y equilibrada
pues, ya se sabe, el alumnado es muy
heterogéneo y unos tienen más capacidad de
improvisación que otros, unos intervienen más
y otros menos y la capacidad argumentativa y
de aducir razones también varía.
En 3ºA se eligió como tema el consumo y los
roles fueron cinco en total: consumidores
responsables, consumidores consumistas,
expertos en salud, empresarios y publicistas y,
finalmente, políticos de la Unión Europea. En
3ºB el tema fue la producción a escala
internacional y los roles establecidos los
siguientes: trabajadores europeos,
trabajadores del Tercer Mundo, empresarios
occidentales, ONG's y políticos del G8 y de
otros organismos internacionales. Una vez
establecida la distribución del debate, cada
profesor debía encargarse de un rol con el fin
de guiar a los alumnos integrantes en la
búsqueda de información y elaboración de
argumentos, tanto para defender su posición
como para atacar a las demás. Personalmente,
yo me ocupé de preparar a los moderadores (ya
que su papel es diferente al de los demás) así
como de enseñar a todo el alumnado las reglas
del debate para que éste no se convirtiese en
un caos... ¡Y todo salió fenomenal!
El debate se celebró el día 22 de diciembre
durante las tres últimas horas lectivas
aprovechando que las evaluaciones ya estaban
realizadas y faltaba tan sólo un día para las
vacaciones. La puesta en escena fue genial,
pusimos un cartel de fondo proyectado de
forma digital, con música al empezar, carteles
identificativos de los grupos y tarjetas
individuales también de identificación, ya que
los alumnos tenían nombres falsos adecuados
al rol que tenían que desempeñar. También
llevaban ropa distintiva de los personajes para
que todo fuese más creíble. Pero todos estos
preparativos no deben dar lugar a pensar que
los diálogos en el debate estaban diseñados
también de antemano, nada de eso. Cada
alumno y grupo había trabajado sus
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