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"valores" que quieren recuperar para su servicio al bautizarlas como "actuales".<br />

Antes que estas creencias zozobren junto con los navíos que las<br />

llevan a bordo, son precipitadamente descargadas en las empresas y las<br />

administraciones. Los usuarios de estas reliquias ya no creen en ellas.<br />

Forman, sin embargo, con todo tipo de "fundamentalistas", asociaciones<br />

ideológicas y financieras con vistas a reparar estas náufragas de la hístotia<br />

y hacer de las Iglesias los museos de creencias sin creyentes, puestas<br />

en reserva para ser explotadas por el capitalismo ltberal.<br />

Esta recuperación funciona con base en dos hipótesis tácticas probablemente<br />

equivocadas. Una postula que la creencia permanece atada a<br />

sus objetos y que al preservarlos se conserva aquélla. En realidad (la historia<br />

y la semiótica lo muestran), la participación del creer pasa de mito<br />

en mito, de ideología en ideología, o de enunciado en enuncíado.P De<br />

este modo la creencia se retira de un mito y lo deja casi intacto, pero cambiado,<br />

transformado en documento.u En el curso de estos tránsitos, la<br />

convicción todavia atada a los terrenos que abandona poco a poco no<br />

sabría bastar para combatir los movimientos que la desplazan a otra parte.<br />

No hay equivalencia entre los objetos que la retienen todavía y los que<br />

la movilizan hacia otra parte.<br />

La otra táctica ya no supone que la creencia quede ligada a sus<br />

primeros objetos, sino que, al contrario, podría separarse de ellos<br />

artificialmente; que su fuga hacia los relatos de los medios, hacia los "paraísos"<br />

del entretenimiento, hacia los retiros íntimos o viajeros, etcétera,<br />

podría ser detenida o desviada; que se podría pues devolverla al redil,<br />

hacia el orden disciplinario que ha abandonado. Pero la convicción no<br />

vuelve a replantarse tan fácilmente en los campos que ha dejado. No se le<br />

devuelve tanfácilmente hacia las administraciones o las empresas que se<br />

han vuelto "increíbles". Las liturgias que pretenden "animar" y "revelorizar"<br />

los lugares de trabajo no transforman su funcionamiento. Tampoca<br />

producen creyentes. El público no es tan crédulo. Se divierte con estas<br />

fiestas y con estos simulacros. No "funciona".<br />

2. Las organizaciones polfticas sustituyen lentamente a las Igle-sias<br />

como lugares de prácticas creyentes pero, debido a esto, parecen haber<br />

estado obsesionadas por el retomo de unamuy antigua (precristiana)<br />

IOMichelde Certeau, La Cll/tllreau pluriel, nueva ed., París, Seuil, Points, 1993; "Les révoluticns<br />

du croyable", pp. 17-32.En una perspectiva l6gica, es precísamente a estos desplazamientos<br />

del creer (BeJiej) de enunciado en enunciado que Quine y Ullian (op. at., pp. 8-9)<br />

consagran sus primeros análisis.<br />

11 Al análisis de los viajes que llevan el mito de tribu en tribu y lo "agotan" poco a poco en<br />

tredicíén legendaria, en elaboración novelesca o en ideología política (ver Claude Lévi­<br />

Strauss, Anthropologie stTucturale deu:r, París, Píen, 1973; "cómo mueren los mitos", pp. 301­<br />

15), hace falta agregar, pues, el de esta lenta falta de participación, por medio de la cual la<br />

creencia se retira del mito.<br />

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