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dan lugar a espacios donde las jugadas son proporcionales a las siiuacionee.<br />

Desde el ajedrez, forma aristocrática de un "arte de la guerra" llegado<br />

de China e introducido por los árabes en la Europa medieval donde<br />

constituyó lo esencial de la cultura en las casas señoriales, hasta el juego<br />

de naipes, la lotería o el scrabble, los juegosformulan (y de hecho formalizan)<br />

las reglas organizadoras de jugadas y constituyen también una me·<br />

maria (un almacenamiento y una clasificación) de esquemas de acciones<br />

que articulan las salidas para cada ocasión. Los juegos ejercen esta función<br />

precisamente porque están separados de los combates cotidianos<br />

que prohíben"descubrir su juego" y cuyas apuestas, reglas y jugadas son<br />

de una complejidad demasiado grande. La explicitación siempre es<br />

inversamente proporcional al compromiso práctico. Al señalar en estos<br />

juegos una formalidad de tácticas (como se hace en el juego de gO)}9 o al<br />

comparar con los juegos la adivinación técnica cuyo plan formal tiene<br />

como objetivo ajustar una decisión a situaciones concretas.P se tiene un<br />

primer fondo sobre las racionalidades propias de las prácticas de espa·<br />

cíes, espacios cerrados e "historiados" por la variabilidad de los acontecimientos<br />

a tratar.<br />

A estos juegos corresponden los relatos de las partidas. Uno se<br />

cuenta el juego de naipes de anoche o la mano que ganamos el otro día.<br />

Estas historias representan una sucesión de combinaciones entre todas<br />

las que hacen posible la organización sincrónica de un espacio, de reglas,<br />

de repartir las cartas, etcétera. Son las proyecciones paradigmáticas de<br />

una opción entre las posibles, una opción que corresponde a una realización<br />

(o enunciación) particular. Como las reseñas de canasta o de ajedrez<br />

en LeMonde, podrían estar cifradas, es decir, hacer visible el hecho de que<br />

cada acontecimiento es una aplicación singular del plan formal. Pero al<br />

volver a jugar las partidas, al contarlas, estas historias registran simultáneamente<br />

reglas y jugadas. Dignas de memorizarse y no menos memorables,<br />

son repertorios deesquemas deacciones entre socios. Con la seducción<br />

.que introduce aquí el elemento de la sorpresa, estos compendios enseñan<br />

las tácticas posibles en un sistema (social) dado.<br />

Cuentos y leyendas parecen desempeñar el mismo papel.21 Se<br />

despliegan, como el juego, en un espacio de excepción y aislado de las<br />

mente iguales, al rito, "conjuntivo", instaurador y restaurador de unión. Ver ÚI Pfmséesauvage,<br />

París, Plon, 1962, pp. 44-7.<br />

19 Ver Roger J. Girault, Traité du jeudego, 2 t., París, Flammarion, 1977.<br />

20VerRcbert jaulin, Lacéomence. AnalyseformeIle, París, Píen, 1966; A. Ader y A. Zempleni,<br />

LeBIUcm deI'lllJeugle, París, Herrnenn, 1972;Jean-Pierre Vemantet 111., Dívinotion et Rt1tiOlllllité,<br />

Perts, Seuil, 1974; etc.<br />

21 Se podría analizar la reciprocidad entre juegos y cuentos a la luz de las investigaciones de<br />

Nicole Belmont respecto a las relaciones entre "observancias" y "creencias" populares: "Les<br />

croyances populaires comme récit mythologique", en L'Homme,l. 10/2, 1970, pp. 94-108.<br />

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