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y muy "pagana" alianza entre el poder y lo religioso. Todo ha pasado<br />
como si lo religioso al dejar de ser un poder autónomo (el "poder espiritual",<br />
se decía), lo político se volviera religioso. El cristianismo había operado<br />
una partición en el entrelazamiento de objetos visibles de la creencia<br />
(lasautoridades políticas) y de sus objetos invisibles (los dioses, los espíritus,<br />
etcétera) Pero sólo ha ocupado esta distinción al constituir un poder<br />
clerical, dogmático y sacramentalen el sitio que dejó libre el deterioro<br />
momentáneo de 10 político a fines de la Antigüedad. En los siglos XI YXII,<br />
bajo el signo de "la paz de Dios", el poder eclesiástico impone su "orden"<br />
a los poderes civiles en conñícto." Los siglos que siguen muestran el deterioro<br />
de este orden en provecho de los príncipes. En el siglo XVD, las<br />
Iglesias reciben de las monarquías sus modelos y sus derechos, aun si<br />
todavía dantestimonio de una "religiosidad" que legitima el podery que<br />
poco a poco se le acredita. Con el desmoronamiento de este poder eclesiástico<br />
desde hacía tres siglos, las creencias refluyeron hacia lo político,<br />
pero sin hacer volver ahí los valores divinos o celestiales que las Iglesias<br />
habían apartado, controlado y tomado en sus manos.<br />
Este complejo ir y volver, que hizo pasar de lo político a lo religioso<br />
cristiano y de esto religioso a lo político de nuevo CuñO,13 tuvo como<br />
efectos una individualización de las creencias (los marcos de referencia<br />
comunes se fragmentan en "opiniones" sociales o en "convicciones" singulares)<br />
y sus viajes en una red cada vez más diversificada de objetos<br />
posibles. La idea de democracia correspondía a la voluntad de manejar<br />
esta multiplicación de convicciones sustitutas de la fe que había fundado<br />
un orden. Sorprende que al hacer añicos el sistema antiguo, es decir la<br />
credibilidad religiosa de lo político, el cristianismo finalmente comprometió<br />
la fiabilidad de lo religioso que separó de lo político; contribuyó a<br />
la desvaloración de lo que era apropiado para hacerlo autónomo, y, con<br />
eso, hizo posible el reflujo de las creencias hacia las autoridades políticas<br />
en adelante privadas (o ¿liberadas?) de estas autoridades espirituales que<br />
antes eran un principio de relativización y de legitimación. El retomo de<br />
un rechazo "pagano" se vio afectado por esta caída de lo "espiritual". La<br />
erosión del cristianismo dejó una huella indeleble en la modernidad: la<br />
"encamación" o la historización que en el siglo xvm Rousseau llama ya<br />
una "religión civil".14 En el Estado pagano que "no distinguía para nada<br />
a sus dioses de sus leyes", Rousseau opone una "religión" del ciudadano<br />
"en la que corresponde al soberano fijar los artículos". "Si alguien, después<br />
de haber reconocido públicamente estos mismos dogmas, se condu-<br />
12 Ver Oeorges Duby; Guerriers eePays4ns, París, Gallimard, 1976, pp. 184 YS5.<br />
13 Ver Míchel de Certeau, La escritura delahistoria, op. dI.: "La formalidad de las prácticas.<br />
Del sistema religioso a la ética de las luces (siglos XV'II-xvm), pp. 149·200.<br />
14 Iean-Iecques Rousseau, LL Contrllt social, IV, 8.<br />
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