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tas) y una ética de la tenacidad (mil maneras de rehusar al orden construido<br />

la condición de ley, de sentido o de fatalidad). La cultura "popular"<br />

sería eso, y no un corpus que pudiera considerarse extraño, despedazado<br />

para poder exponerse, tratado y "citado" por un sistema que aumenta,<br />

con los objetos, la situación que propicia en seres vivos.<br />

Laseparación progresiva de tiempos y lugares, lógica disyuntiva<br />

de la especialización mediante el trabajo y para el trabajo, no encuentra<br />

contrapartida suficiente en los rituales conjuntivos de la comunicación<br />

masiva. Este hecho no podría convertirse en nuestra ley. Puede rodeérselo<br />

medianteservicios que, "al rivalizar" con las dádivas de nuestros bienhechores,<br />

les ofrecen productos tomados de los fondos de la institución que<br />

desune y usa a los trabajadores. Esta práctica del desvío económico es en<br />

realidad el retorno de una ética socíopolítíca en un sistema económico.<br />

Remite sin duda al potlach según Mauss, juego de prestaciones voluntarias<br />

quecuentan con la reciprocidad y organizan una red social articulada<br />

por "la obligación de dar".3o Semejante "emulación" ya no determina la<br />

economía de nuestras sociedades: el liberalismo toma como unidad básica<br />

al individuo abstracto y reglamenta todos los intercambios entre estas<br />

unidades de acuerdo con el código de la equivalencia generalizada: la<br />

moneda. Sin duda alguna, hoy en día este principio individualista vuelve<br />

a erigirse precisamente como la cuestión que trastorna el sistema liberal<br />

entero. Ela priori de una opción histórica occidental se vuelve su punto<br />

de implosión. Sea como sea, el potlach parece mantenerse como la marca<br />

de una economía diferente. Sobrevive en la nuestra, pero sobre sus bordes<br />

o en sus intersticios. Hasta se desarrolla, aunque de manera ilegítima,<br />

en el liberalismo avanzado. Debido a esto, la política de la "dádiva"<br />

se convierte también en una táctica del desvío. De igual modo, la pérdida<br />

que era voluntaria en una economía de la dádiva se transforma en transgresión<br />

dentro de la economía de la ganancia: figura en ésta como un<br />

exceso (el desperdicio), una impugnación (el rechazo de la ganancia) o<br />

un delito (un atentado contra la propiedad).<br />

Esta vía, relativa a nuestra economía, se deriva de una economía<br />

diferente: compensa a la primera aunque sea ilegal y (desde este punto<br />

de vista) marginal. Asimismo, permite encontrar en el estudio una posición<br />

que ya no esté definida por un poder adquirido y un conocimiento<br />

observador, con la añadidura de un poco de nostalgia. La melancolía no<br />

basta. En verdad, con relación a la escritura que separa en nombre de una<br />

división del trabajo y que revela alianzas de clase, sería "maravilloso" si,<br />

como en los relatos de milagros, los grupos que ayer nos han dado preceptores<br />

y que hoy están instalados en nuestros corpus, se elevaran para<br />

señalar ellos mismos sus idas y venidas en los textos que los honran al<br />

30Marcel Mauss, Sociclogie eeAnthropologie, París,PUF, 1966: "Essai sur le don", pp. 145-279.<br />

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