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objeto ofrecido de \ID extremo a otro a los recorridos de un ojo inmóvil.<br />

Quiasmo extraño: la teoría va hacia lo indeterminado, y la tecnología haciala<br />

distinción funcionalista en la que transforma todo y se transforma a<br />

símísme. Como si unase comprometiera, lúcida, con los senderos sinuosos<br />

de lo aleatorio y de la metéfora," mientras que la otra se consagrara a suponer<br />

"natural" la ley utilitarista yfuncíonalieta de su propio mecanismo.<br />

Lo que pasa por debajo de la tecnología y altera su juego es algo<br />

que aquí nos interesa. Es su límite, identificado desde hace mucho tiempo<br />

pero al cual hace falta dar un alcance diferente al del un no man'5 land.<br />

Pues se trata de prácticas efectivas. Los que conciben mecanismos y máquinas<br />

conocen bien esta zona a la cual dan el nombre de "resistencias" y<br />

que altera los cálculos funcionalistas (forma elitista de una estructuraburocrática).<br />

No pueden no advertir el carácter ficticio que instila en un<br />

orden su relación con la realidad cotídíana." Pero nodeben reconocerlo. Será<br />

de lesa majestad ironizar sobre este asunto en las oficinas, y el culpable<br />

será reducido a pedazos. No tocar, objeto de arte. Dejemos entonces esta<br />

racionalidad funcionalista a la proliferación de su buen decir, eufemía"<br />

por todas partes remanente en el discurso de la administración y del<br />

poder, y volvamos más bien al rumor producido por las prácticas cotidianas.<br />

Éstas no forman bolsas en la sociedad económica. Nada tienen<br />

que ver con estas marginalidades que pronto integra la organización técnica<br />

para hacerlas significantes y objetos de intercambio. Por medio de<br />

ellas, al contrario, una diferencia incodificable se insinúa en la feliz relación<br />

que el sistema quisiera tener con las operaciones respecto a las cuales<br />

pretende asegurar el manejo. Lejos de ser una revuelta local, y por<br />

tanto dasiñcable, es una subversión común y silenciosa, casi de borregos,<br />

la nuestra. Destacaré solamente dos de sus síntomas: una "ubicuidad"<br />

del lugar, algunos fracasos en el tiempo. Esto será sugerir que los espacios<br />

sociales, estratificados, son irreductibles en su superficie controlable<br />

3Gerald Holtcn, Thelllatic Origins ofScientific Thought. Kepler lo Einstein, Cambridge, Mass.,<br />

Harvard University PreSS, 1974,sobre todo pp. 91-161,sobre los presupuestos imaginarios<br />

de la ciencia y la "complementariedad" que articula un rigor lógico sobre estructuras imaginarias.<br />

Ver también, sobre el papel de la metáfora en el razonamiento elentífico, Mary<br />

Hesse, The Structure ofScientific lnjerence, Londres, Macmillan, 1974,el primero y el último<br />

capítulos.<br />

4 Por ejemplo, sobre los recorridos efectivos que llevan un proyecto a una decisión, habrla<br />

muchos "relatos" (edificantes) parecidos a los que, desgraciadamente resumidos, Lucien<br />

5fez ofrecía como "anexo" en su Critique deladécision, Perfe, Armand Colín, 1973,pp. 353·6.<br />

Pero ¿acaso eso puede confesarse 7<br />

sAla "blasfemia" (que "deja escapar" la última palabra y "traiciona" más que revela), Benveníste<br />

opone "la eufemia" ("con un demonio" enjugar de "ennombre de Dios") que "hace<br />

alusión a un profanación lingüística sin conseguirlo" (ProbJernes delinguistique générale, t. 2,<br />

París, Gallimard, 1974,pp. 254-7). Un concepto bienvenido.<br />

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